Por: Blaicer Moreno Córdoba*
Soporte fundamental de la democracia es la participación ciudadana, ojalá activa, en los asuntos de interés general, intervenir e incidir en aquellos aspectos de interés público en nuestras respectivas comunidades; más hoy, que la tecnología ha transformado para siempre el modelo de comunicación política y las nuevas herramientas de la información y la comunicación (TICs), junto con los medios digitales y las redes sociales, proporcionan a la gente, como nunca antes en la historia de la humanidad, abundante información desde diversas corrientes, espacios y ópticas, aunque muchas veces las utilizan para tergiversar y desinformar de conformidad con particulares y casi siempre mezquinas conveniencias; no obstante lo cual, y mentira pareciera, a pesar del cumulo ingente de información al que tenemos acceso, contraria y preocupantemente, últimamente hemos visto menguado el interés por la cosa pública, lo que es inadmisible.
Es posible que este desgano e indiferencia social sea resultado y resultante cierto del cansancio público generado por el desbordamiento de una polarización malsana, desinformación a mares, comunicados y mensajes de odio y animadversión, situaciones y circunstancias que han apartado a los ciudadanos del verdadero debate que debe darse sobre la cosa pública y han minado a tope la confianza de la comunidad en la democracia y la institucionalidad.
Vemos entre nosotros una calidad democrática retrocedida, menguada, en declive. Una apatía ciudadana impactando en materia grave y preocupante los niveles de confianza hacia la política y la democracia. tenemos definitivamente un muy bajo nivel de confianza en las instituciones estatales. Crece la indiferencia ciudadana frente a la democracia; indiferencia que nos dice que los ciudadanos se han apartado de la arena pública y la política, por cuanto no se sienten representados por los gobiernos de turno, lo qye a las claras se traduce en el abstencionismo electoral y en el mayor desinterés de los electores. Hay sin duda una modorra en la conciencia ciudadana, en el cual la razón y el discernimiento han cedido su espacio a las emociones antagónicas reflejo de la polarización malsana y el fanatismo inicuo.
Dicho desistir ciudadano incide en que los pesos y contrapesos carezcan de la efectividad que debe ser, al no activarse herramientas fundamentales como la contraloría social, la rendición de cuentas, el acceso a la información pública, los presupuestos participativos, los consejos consultivos, las veedurías ciudadanas; ahondando el abismo comunicacional y de gestión existente ciudadanos / mandatarios. En este difícil contexto, es urgente recuperar el valor participativo y deliberativo de la democracia, en el cual los ciudadanos influyamos en las agendas públicas más allá de los ciclos electorales, reduzcamos la distancia entre gobernantes y gobernados, exigiendo una rendición de cuentas permanente y campañas políticas de altura que brinden alternativas a los problemas que enfrentamos.
Razones las dichas para que nuestras obligaciones democráticas no terminen con el ejercicio del sufragio, ya que la democracia, como bien expresan expertos nacionales e internacionales, evoluciona en la medida que la ciudadanía participe y juegue un papel protagónico en la vida pública. Es un sistema que se construye día a día, con la participación ciudadana y no solamente cada cinco o cuatro años a la hora de votar. Está comprobado que, si los ciudadanos se involucran en los temas públicos, en la medida que presionan, protestan y participan en la toma de decisiones, la democracia siempre se fortalece; de ahí que jamás ni nunca debamos dejar que nadie decida por nosotros, lo que nos deja en una minusvalía ciudadana.
*Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial *amerlyng@gmail.com
