Rafael Robles Solano

Por: Rafael Robles Solano*

Previo a retomar las crónicas semanales, me permito agradecer a mis amables lectores su confianza en el seguimiento de mis escritos y aprovecho para expresar nuestros deseos porque este año nuevo, sea abundante en experiencias positivas, salud, bienestar y muchos éxitos.

En esta ocasión me referiré al significado y alcances que orientan este concepto de ETNOEDUCACIÓN, el cual se remite a los años ochenta, cuando el Estado colombiano a través del MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL (MEN) se vinculó en una estrategia con la UNICEF, para promover la creación de alianzas con diferentes grupos étnicos de las organizaciones indígenas y las academias, para aplicar sus lineamientos a favor de las comunidades de las entidades territoriales, dirigidas en especial para los indígenas y afrodescendientes, para fortalecer con calidad el mejoramiento de sus entornos y las capacidades de aprendizaje de niños y adolescentes, encaminadas a preservar sus culturas propias y autóctonas, lenguas y tradiciones tan amenazadas por la penetración cultural foránea y por las soterradas formas de discriminación social que todavía subsisten en nuestros escenarios urbanos.

El Gobierno a través del MEN, las legalizó por medio de la Ley 115 de 1994, convirtiendo la educación en dichos territorios como un servicio público que cumple una función social a favor de los intereses y necesidades de quienes habitan en dichas regiones, buscando fomentar y posicionar la educación intercultural en todos los niveles de los sectores públicos y privados, para que tengan sentido de pertenencia y con sus familias, definan mejor sus respectivos proyectos de vida, los construyan colectivamente, aprecien, valoren y acepten que ellos son parte de las culturas afrocolombianas, indígenas y gitanas, haciendo parte integral de nuestra nacionalidad.

Asumo el análisis de este tema aprovechando que hoy conforman la agenda de integración raizal que en buena hora se promueve desde el actual Gobierno, dado que este asunto sigue siendo un reto para la construcción de modelos incluyentes, permitiendo incorporar sin mayores reparos discriminatorios las diversas formas de exclusión que aún subsisten y potenciar mejor el reconocimiento de nuestras diversidades culturales como riquezas y patrimonios nacionales.

A continuación recurro a los oportunos aportes y definiciones sobre los conceptos que se refieren al titular de la presente colaboración expuestos por cuenta de la bolguera MELI HOSTIA, en septiembre de 2016, cuando oportuna y acertadamente resume los significados de Etnoeducación, según diversos autores, iniciando con quien lo propuso originalmente en el año 1981, el antropólogo mexicano GUILLERMO BONFILL BATALLA, al referirse a educaciones culturales diferenciadas para los diversos grupos étnicos minoritarios, reconociendo las costumbres y culturas de las poblaciones indígenas y afros, como formas para interpretar las realidades de estas poblaciones a lo largo de América Latina, quien además, también planteó el concepto de ETNODESARROLLO, para aplicarlo a dichas comunidades.

Por su parte el magister en Educación y excoordinador del Grupo de Formación de la Comunidad Educativa del MEN, LUIS ALBERTO ARTUNDUAGA, sostiene que es un proceso de recuperación, valoración, generación y apropiación de sus medios de vida, que responde a las necesidades y características de identidad y estructuración de sus formas de ser. Mientras que, para MANUEL ZAPATA OLIVELLA, médico, antropólogo y escritor, estos conceptos propenden por la emancipación cultural, social y política, que les permita liberarse de los quinientos años de opresión, marginación y deformación de sus culturas. Lamentablemente dichos conceptos han sido manipulados y distorsionados por intereses de índole política por parte de quienes los utilizaron como pretexto para sumar votos de las minorías. 

*Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL.  lideresocial@hotmail.com

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