JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA

Por: José Manuel Herrera Villa*

Emprender nos lleva a Empezar a hacer una cosa determinada, en especial cuando exige esfuerzo o trabajo o cuando tiene cierta importancia o envergadura; el emprendimiento, en tanto, es un negocio que surge a partir de una persona o grupo de personas que tienen un espíritu inquieto, que buscan poner en juego su creatividad y ven la oportunidad de ofrecer una solución diferente a una necesidad existente, asumiendo diferentes riesgos. En el país, más del 90% de las empresas están clasificadas entre pequeñas y medianas; es decir, que estos negocios son nuestra urdimbre empresarial, entre las que se cuentan panaderías, barberías, pequeños restaurantes, peluquerías, tiendas de esquina, salones de belleza, cafeterías, almacenes y otros muchos negocios de diversa naturaleza, índole y variedades, la mayoría de los cuales surgen pequeños, normalmente en los hogares, por la capacidad de la persona o la falta de oportunidades para acceder a un empleo o a la educación.

Enhorabuena, por medio del emprendimiento, las personas que lo acometen buscan satisfacer sus necesidades y las de su familia. Por lo general, logran crear sus negocios para subsistir, pocos emprendimientos surgen como una oportunidad, la mayoría no tienen ingresos alternos y si un día no venden, tal vez ese día no comen. La economía popular es considerada informal porque esa persona no tiene un reconocimiento como empleado debido a que se autoemplea, y en la mayoría de los casos, no se paga un salario, ni seguridad social, tampoco cuenta con el RUT o la Cámara de Comercio; y no cumple los requisitos para acceder a financiación, teniendo presente que la mayoría de dichas entidades, solicitan esos registros o documentación como respaldo.

Acompañar a la economía popular, aquella desarrollada por individuos, familias, comunidades, asociaciones y redes de apoyo fundamentada en la producción para el autoconsumo y el intercambio, debe ser en esencia su interactuación con las entidades instauradas para el efecto, en cuanto a ayudar a quienes buscan alternativas económicas y de desarrollo por medio de su microempresa.

Es creer en los emprendedores y empresarios, orientarlos y apoyarlos desde cero, hasta llevarlos a entender su negocio. Acompañarlos para que aprendan a manejar los recursos económicos; buscar que se capaciten y creen compañías resilientes. Pero el reto debe ir más allá de esta operación; y en consecuencia, trabajar con el ser humano, y sus increíbles capacidades, donde al mismo tiempo, hay que romper mitos que inician con la motivación, pues muchos tienen la necesidad más no la convicción.

Igualmente, el desafío es fortalecer las diversas competencias, sin quitarle al empresario la capacidad de disfrutar con lo que más “vibra”. Vivimos en un país que necesita facilitar los procesos de formalización, enseñando a los emprendedores cuáles son sus beneficios; un país que hoy exige lo mismo a la empresa pequeña, mediana y grande. De allí, la necesidad de pedagogía, y acceso al crédito de libre financiación, para realmente fomentar el emprendimiento y el crecimiento de las empresas. El sector privado tiene el conocimiento del mercado y muchas veces el sector público diseña sin entender al beneficiario. Por eso, cuando en Colombia sube el desempleo, crece el emprendimiento porque salimos a trabajar.

Sin embargo, debe haber un equilibrio: generar calidad de empleo, de desarrollo y bienestar a los empleadores, a los empleados y a las comunidades. Hay que elevar la consciencia: ¿Cuál es la responsabilidad de las empresas privadas? La gran empresa también debe entender que en la economía popular están sus clientes, porque los colombianos vivimos en barrios y veredas, por ende, compramos en la tienda que finalmente mueve la economía nacional.

Por último, todos deberíamos tener la responsabilidad de fortalecer esos empleos, ya que la solución no es crear de manera al garete emprendimientos, sino que los que ya están puedan permanecer y crecer con condiciones que generen mejores perspectivas, lo que impone trabajar en todos los eslabones de la cadena para propiciar superiores condiciones, con el objetivo que esos negocios hagan bien sus cuentas, para que no transiten solos y necesariamente crezcan.

*Por: José Manuel Herrera Villa. jomahevi@gmail.com – Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo

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