Rafael Robles Solano

Por: Rafael Robles Solano*

Nuestro país se debate actualmente en agudas controversias sociopolíticas con ocasión de los recientes enfrentamientos entre el Fiscal y la Procuradora con el Presidente, quienes, contra todo propósito en la observancia y recato que deben a sus respectivos cargos, exteriorizan y no ocultan sus posiciones personales en contra del mandatario o mejor, dan prelación a sus respectivas posturas ideológicas y políticas, sin reparar en el daño que causan a la institucionalidad misma, por las consecuencias de sus actuaciones y conflictos.

Gustavo Petro, es hoy por hoy quizás el mandatario más irrespetado, vilipendiado y tergiversado de la historia, cuando con frecuencia vemos como sus enemigos lo tachan de asesino, drogadicto, etc., superando incluso a los qué en su momento, se le hicieron al expresidente Álvaro Uribe Vélez, por referenciarlos como los personajes que más han contribuido a materializar el efecto polarizador y confrontacional en Colombia.

Pero para referirme a esta caótica situación, debo advertir que toca tener en cuenta e incluir también como hechos desestabilizadores que impulsan estos permanentes enfrentamientos, a los medios de comunicación masiva que funcionan leales al servicio de los partidos políticos de oposición, a muchos de los gremios de la producción, a mandatarios locales y dirigentes regionales que no ocultan sus posturas en contra de Petro. En este punto, es preciso aclarar y reconocer que el Presidente, pese a que no le vienen permitiendo estabilizar su gobernabilidad, porque en medio de los continuos ataques y objeciones a sus proyectos de reformas a la salud, laborales, pensionales, educación, agraria y sus propuestas de paz y cambios sociales, éste no ha desplegado acciones para prohibir, ni limitar los derechos a la libertad de expresión, o perseguir y encarcelar a ningún enemigo político, como si acontece en los regímenes dictatoriales que son de dominio público.

Sin embargo, examinando lo más objetivamente posible las situaciones antes descritas, para quien esto analiza, es ineludible sustraerse de no respaldar actuaciones recientes del Presidente, pues contribuyen a fomentar las críticas en contra de su mandato, porque estimo, son actos carentes de ninguna justificación, tal como sucede por citar las más conflictivas, por haber desatendido la suspensión inmediata del canciller, dispuesta por la Procuraduría, el nombramiento de Benedetti en la FAO, cuando aún tiene investigaciones en curso ante la Corte Suprema de Justicia, presionar ante estas la elección de la nueva Fiscal o pedir a los movimientos populares, salir a las calles para protestar y respaldar a su gobierno, lo cual bajo las condiciones existentes, configuran hechos que tienden a distorsionar su imagen democrática como líder popular y dar píe a mayores críticas en su contra.

Nuestro país enfrenta hoy por las situaciones descritas, unas fuertes contradicciones, que se asemejan hablando metafóricamente a: una olla a presión, que se encuentra a punto de estallar, por lo que estimo, se requiere el concurso de todas las autoridades institucionales para apaciguarlas, de ahí que sea lamentable por ejemplo, el que la Corte Suprema de Justicia, amparada en su libre discrecionalidad, no haya procedido a facilitar la escogencia de la nueva Fiscal y con ello, permita sigan presionando por la llegada de un funcionario(a) cuestionado.

Quiero recordar que he venido publicando mis preocupaciones en torno a esta situación, en titulares referidos a: EL ESTADO FRENTE AL NUEVO PACTO SOCIAL (31/05/21); DEPONER LOS ODIOS Y RENCORES POR LA RECONCILIACIÓN NACIONAL (29/01/22) y POLARZACIÓN, ODIOS Y RENCORES IRRECONCILABLES (02/12/23), explicando allí la importancia de reconciliarnos.

*Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL lideresocial@hotmail.com

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