Por Ramiro Rosero Arteaga
La fortuna que tengo, es el haber conocido a don Gerardo Solarte Rosero, con quien comparto su amistad desde los primeros años de existencia de la Droguería Santa Isabel, confianza que me ha otorgado, para escribir su vida, la cual le he pedido que la narre, para conocer en detalle cómo se desarrolla su existencia, para conocimiento de quienes deseen saber la forma como llega a convertir su empresa en el icono de la ciudad de Pasto.
He conocido intimidades, las cuales he plasmado en este libro, con el propósito de que quienes deseen imitarlo, seguir su ejemplo en el futuro: tenacidad, disciplina, metas, objetivos, deseos de ser el primero, son algunos de los adjetivos que encontrará al leer su historia, la que comienza desde los años iniciales de vida, hasta hoy cuando ha pasado la barrera de los 80, cuando se mantiene vigente, lucido y recordando con emoción todos los momentos vividos.
Cuantas personas son iguales o mejores que don Gerardo, pero que no se atreven a dar a conocer sus alcances, para que también sean ejemplo de imitación y admiración por la labor ejecutada en el transcurrir de los días, meses, años, pero muchos han desertado a la mitad del camino, otros como nuestro protagonista, se ha levantado de esas caídas fuertes pegadas contra el piso, para levantarse como un gigante que está dispuesto a derrotar a la adversidad.
Los testimonios de quienes le colaboraron en los inicios, los que se vincularon en el intermedio y los actuales funcionarios, siempre tienen una frase positiva: “aprendimos de don Gerardo, la Droguería Santa Isabel nuestra universidad donde aprendimos los secretos, para convertirnos en colegas y amigos”. Así de sencillo se reconoce el trabajo del ciudadano pastuso que un día en El Tablón de Gómez dio el primer paso al montar una miscelánea y llegar a Pasto con el deseo de conquistar un mundo difícil, estableciendo su propia empresa, la cual arriba a la media centuria, renovada, como si el tiempo no hubiera pasado.
A partir de este momento, lo invito a vivir esta historia en donde muchas personas se pueden ver reflejadas, pero por el temor o miedo a dar el salto, se quedaron soñando…
UNA INFANCIA DIFICIL
Como todo hombre de vida, sus primeros años de su existencia no fueron fáciles, por la carencia de recursos económicos y doña Isabel, su madre, se dedicó a trabajar en diversas labores con el único fin de llevar el alimento para todos los integrantes de su familia.
Pero no fue obstáculo para sobresalir y desde muy pequeño, vio la manera de conseguir los recursos para ayudarle a su madre, quien se rompía la vida, lavando ropa de diversas familias, en otros casos preparando las melcochas las cuales desde muy de mañana salía a entregar a las diferentes tiendas, luego llegar corriendo a la escuela, en donde también lograba distinguirse al ganarse los premios consistentes en un rico desayuno, pero dejaba algo bajo el brazo para llevarle a su madre a quien le compartía la alegría.
Las calles del barrio Obrero donde pasó su infancia y juventud, lo vieron correr, lo conocieron con un canasto lleno de dulces para entregar, llegar sudoroso luego de un extenuante partido de fútbol, el deporte de su pasión, como el ser seguidor del Independiente Santa Fe de Bogotá y practicarlo, con beneplácito para sus entrenadores.
Su madre, una obstinada mujer, quiere que su hijo sea sacerdote, pero más pudo el deseo de ayudar en su casa, que se voló del seminario, luego de ver el gran partido de fútbol en el desaparecido estadio Javeriano, cuando vio jugar a Textiles y Los Millonarios, equipo que vino a jugar con sus jugadores estelares de la época del Dorado del fútbol colombiano, como Pedernera, Diestefano, Rossi, el médico Gabriel Ochoa, Francisco Zuluaga, quienes se enfrentaron a los excelentes jugadores pastusos como los Ojeda, Molina, logrando una gran presentación y ante la alegría de quienes vieron a los grandes del profesionalismo mundial.
Por el fútbol, se hizo presente en la cancha del Batallón Boyacá, para ver un partido de droguería Humanitaria, que participaba en un campeonato industrial, en donde pide al técnico que le permita hacer parte del equipo, recibiendo una tajante respuesta negativa, pero esto no le impide insistir hasta llegar donde el jefe de personal, a quien se le presenta con una hoja de vida, en cuya parte final organiza una serie de frases, que enaltecía el trabajo de la Humanitaria, situación que genera una admiración de parte del directivo y quien lo despide con una frase alentadora, de su posible vinculación.
Su tenacidad para llevar recursos a la casa, no cesan y se dedica a ayudar a un pintor de brocha gorda, para pintar las fachadas de los edificios, hasta que llega la llamada esperada…su madre, llega al lugar de trabajo agitada, para indicarle la convocatoria de la droguería Humanitaria…deja tirado el valde con pintura y corre a prepararse para ir a saber la noticia…
El almuerzo de ese día, no supo que era, por el nerviosismo reinante en su ser…llega las primeras horas de la tarde y se presenta en La Humanitaria, en donde recibe la grata noticia: eres nuevo empleado…” su corazón casi se sale de la emoción, la misma que se baja de inmediato, al indicarle que tiene el trabajo para entregar los medicamento, pero debe saber manejar bicicleta…no sabía conducir el pequeño vehículo, pero se propone aprender, sin importar cuantas caídas tuvo, hasta “aterrizar” en el interior de una pequeña vivienda de la calle 10, derrumbando el biombo, pero las señoras habitante en la pieza, lo ayudan a levantar y le dan ánimos para que siga…
Trabajo por varios años, iniciando como mensajero, hasta llegar a ser el separador de medicamentos…iba a ser promovido a trabajar en otra ciudad, pero el amor a su madre y hermanos, opta por rechazar el generoso ofrecimiento.
Su madre no se cansa y aprovechando las amistades, consigue de los propietarios de la Botica de Los Médicos, de la plaza de Nariño, en donde logra conocer todos los secretos y cuenta con Ernesto Rodríguez el gran respaldo para avanzar…su curiosidad le permite leer la literatura de cada medicamento, para saber para que servía sus contraindicaciones, al punto que se da el lujo de “recetar” y salvar la vida de una niña, por error de un médico.
Su sueño es pensar en grande…sale de la Botica de Los Médicos, consigue un carro, sin saber manejar, como hasta ahora y busca un conductor, quien lo deja abandonado en El Tablón de Gómez, por perderse en una “rumba” …José su hermano, sin poder manejar, hizo el esfuerzo y salieron a la ciudad…recorrió casi todo Nariño llevando los productos necesarios en cada población.
NACE LA DROGUERIA SANTA ISABEL
Luego de haber establecido un gran establecimiento comercial en El Tablón de Gómez, en donde fue el líder y promotor de grandes eventos, queda en manos de su hermano Hernando…de quien esperaba grandes resultados…
Regresa a finales de 1970 a Pasto…pasan las fiestas de enero y se da a la tarea de lograr el respaldo para el montaje de su empresa…consigue el respaldo de la droguería Humanitaria, por intermedio de don Alfonso Charria, quien le sugiere obtener el reconocimiento especial por parte de Salud Pública, documento que lo obtiene en pocos días y con este en la mano, procede a buscar un local, por los lados de la antigua plaza de mercado, encontrando un pequeño local de la calle 19, de propiedad de la señora Blanca Rosero, que le cede el local y empieza la adecuación…las primeras horas del sábado 13 de marzo de 1971, abre las puertas Droguería Santa Isabel, la cual desde el inicio hasta hoy, se ha convertido en una de las empresas que se mantienen en el tiempo.
Gracias al respaldo de su esposa señora Rosalba, la empresa se mantiene y con el apoyo familiar, ha logrado ganarse un lugar de prestigio en la vida comercial y empresarial de Pasto, al permitir que personas no conocedoras de los medicamentos, lleguen a vincularse, para luego proceder a establecer empresas similares, situación que nunca le ha molestado a don Gerardo Solarte, quien al contrario cada mañana, antes de iniciar las labores de la Droguería, motiva a sus funcionarios a seguir adelante.
Siempre ha pensado en ser único y es así que en principio cada año reconocía la labor de distintas instituciones y personas, desde cuando cumplió 30 años, el reconocimiento se hace cada cinco años, al entregar el Mortero de Oro, galardón especial, que lo han recibido grandes personajes de la vida empresarial, cultural, religiosa, policiales y deportivas.
En el 2021, celebrará 50 años la Droguería Santa Isabel don Gerardo, sueña con una gran celebración, porque amerita el momento…
Exelente gran Empresario de los pocos señores Echo a pulso tuve la fortuna de conocer sus inicios vecino mío del Gran barrio Obrero Felicitaciones Señor GERARDO SOLARTE ROSERO atentamente Otto Belalcázar Benavides