Por: Jaime Eduardo Maestre Dau*

Tenemos que tener muy en claro, y de ello no debe quedarnos la menor duda, que el desarrollo es un legitimador político de Estados, individuos y sociedad en general. El Estado lo toma como el término obligado para la implantación de políticas públicas de todos los órdenes y niveles. No obstante, ya no lo puede hacer de forma deliberada, toda vez que lo correcto es que debe escuchar de los ciudadanos sus impresiones sobre el tipo de desarrollo que éstos prefieren; y, es proceso que se ha logrado por la expansión de los medios de comunicación digital en todo el mundo; sin embargo, no deja de ser tanto incompleto como parcial. Además que entre nosotros en gran parte, los niveles de vida siguen siendo bajos, a pesar de ciertas mejoras que se han obtenido en la satisfacción de necesidades básicas.

Esa situación perpetua la inestabilidad política de gobiernos, la llegada de regímenes populistas que erosionan en materia grave el régimen fiscal de las unidades territoriales, haciéndolas insostenibles del mediano al largo plazo. Las erradas decisiones de política económica conducen, y de hecho han conducido hacia un superior progreso, la ausencia de instituciones modernas y trasparentes; y, atrasado la construcción de infraestructuras necesarias para hacer más competitivas las economías. Y si bien se amplían las fronteras para buscar mercados, no es menos cierto que se restringe el desarrollo en los territorios, ya que quedan a merced de regímenes políticos corruptos, premodernos y aislados lo que hay que corregir y apuntarle con decisión a un desarrollo sustentable y al desarrollo local y municipal, elementos que deben legitimar obligatoriamente las agendas políticas de quienes gobiernan y de quienes aspiramos a gobernar.

La pregunta es, ¿cuáles son las condiciones institucionales necesarias para que el desarrollo sustentable y el desarrollo sostenible -del cual además hacen parte la sociedad civil y los individuos- se postergue en el largo plazo, se consolide en proyectos adecuados y claros? La respuesta está en lo político, en la capacidad que tengan las sociedades para reformular sus proyectos de identidad sobre el territorio. No deja de ser la tarea histórica incumplida para la cual se requieren liderazgos modernos, con personas que conozcan en realidad, y con carácter técnico, las potencialidades que tienen los Estados para insertarse en los mercados internacionales.

Nunca el populismo puede ser la respuesta, debido a que genera inequidades y desigualdades entre el poder popular y los usuarios del asistencialismo y no podemos los gobernantes estar lejos de la realidad ni de la gente. Los planes de desarrollo, para que funcionen como debe y tiene que ser, y es lo que me propongo, fórmulas bien delineadas cercanas a la realidad de los sistemas de toma de decisión. Los esfuerzos que han dado resultado y de seguro a nosotros nos lo darán de manera positiva en Ariguaní, por lo que partiremos de iniciativas sociales, más no de proyectos populistas, que no hacen cosa distinta que dar al traste con los desarrollos que los pueblos merecen y este nuestro municipio, con la ayuda de ustedes, lo logrará con creces. Vive Dios que sí.

* Jaime Eduardo Maestre Daug. scariguanidetodos@gmail.com – Médico Veterinario Zootecnista.

Tema enlazado: SOCIEDAD Y DESARROLLO (I)

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