Por: Francisco Javier Vásquez Atencio*
Es notorio a todas luces que samarios y magdalenenses no somos para nada optimistas con la situación económica y demás otras que acusamos; lo que refleja que cada día estamos peor que antes, siendo ello, además de grave, preocupante en grado superlativo. Estamos ahondando un pesimismo cierto, real, verdadero que llama a serias, muy serias, hondas y agudas reflexiones dados la nula reactivación económica y los bajos índices de desempleo en los más de los niveles que indican progreso, bienestar y prosperidad. Nada se dinamiza positivamente entre nosotros. Todo parece estar estancado irremediablemente, lo que sin duda más que malo es pésimo.
Requerimos sin dilaciones de ninguna naturaleza un análisis profundo de nuestra dirigencia política, empresarial, social, cultural y en general, toda vez que consideran nuestros coterráneos, y de ello dan muestras de manera permanente, que la situación de sus hogares seguirá de pronto igual, pero en la mayoría de los casos, peor o mucho peor, lo que es en todo caso nada halagüeño. No hay optimismo entre nosotros, ni frente a su propia economía ni la de su entorno, lo que se mostrará en una enorme desconfianza frente a las posibilidades materiales de prosperar. Lejanas son las posibilidades de obtener un bueno, formal, digno, duradero y bien remunerado empleo, que retribuya con creces el esfuerzo laboral y dentro del sistema de seguridad social, puesto que impera el rebusque y, por ende y en general, el trabajo informal, lo que es una pena.
Se suma a lo cual una descontrolada inflación por cuenta del alza desmesurada de los precios en los productos de la canasta familiar y de los servicios básicos, lo que desincentiva el consumo y la inversión en inmuebles para vivienda propia o renta, lo que provoca un decremento en las dinámicas de sectores clave como construcción y recreación. No se vislumbra sostenible el porvenir de la ciudad y el departamento, no se tiene dinero disponible para vacacionar, ni posibilidades de comprar electrodomésticos y demás muebles básicos del hogar, incluidos ropa y zapatos; y, lo que es aún más desalentador, ni posibilidades de ahorro.
Todo lo cual afecta en manera grave productividad y competitividad, lo que urge, dada la negatividad que se vive, establecer diálogos abiertos toda la dirigencia, parte de lo que hacerse deba para detener la caída libre, la caída en picada hacia la desesperanza y la desilusión, mismas que no podemos seguir sufriendo más tiempo de lo mucho que en carne propia hemos soportado. No podemos bajo punto de vista alguno y ojalá no lo olvidemos nunca, seguir girando en torno al fracaso, a la tragedia y no al éxito, al triunfo, cómo debe correspondernos.
*Francisco Javier Vásquez Atencio. Administrador de Empresas. Especializado en Recursos Humanos. Especializado y Magister en Gerencia Social. francisco.vasquez.atencio75@gmail.com @franvasquez06