Por: Luis Gilberto Ramírez Calle*
En materia de seguridad y siendo pragmáticos, muchos y más son los argumentos que los gobiernos pueden utilizar para explicar los cambios en ella y usarlos de manera contundente. En lo que importa llevar a cabo de manera permanente y continua actividades de seguridad pública, en la certeza que la situación de seguridad nacional requiere a las Fuerzas Armadas participando activamente como contención del crimen organizado en la proporción debida, esto es usando el armamento adecuado y equivalente, a efecto de no ser atacada por organismos nacionales e internacionales de derechos humanos.
Importante es también aceptar que la Policía deberá estar en condiciones óptimas para enfrentar al crimen organizado y capacitada para detener, investigar e integrar expedientes que puedan ser utilizados por la Fiscalía, lo que es un hecho y con ello, la situación de seguridad nacional mejorará. Por lo tanto, sin apasionamientos políticos, creo que la militarización de la seguridad pública y la actuación de la policía es una opción pragmática y explicable a la que hay que recurrir.
Lo que no puede ser es que se base la estrategia de seguridad en solamente las fuerzas militares y olvidarse que hay que mejorar en todo a la Policía, siendo en consecuencia importante, decisivo y determinante implementar algunos incentivos para que se trabaje en su capacitación y mejora de la Policía.
La Seguridad Nacional debe y tiene que responder en implicar en todo tiempo, situación, lugar y circunstancia una estrategia integral; más, cuando condiciones extraordinarias ameriten medidas extraordinarias que garanticen el éxito misional y su temporalidad, lo que debería incluir decisiones más firmes contra el crimen organizado devolviendo el balance natural para que también la Policía puedan mantener en mejor forma el control.
*Luis Gilberto Ramírez Calle. General (r) Ponal. Administrador. Asesor y Consultor en Seguridad, Inteligencia y Defensa Nacional. Abogado. Especializado en Derecho Administrativo