Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

Gobernar bien y mejor impone pensar y actuar sin manipulación emocional, hacerse cargo de las responsabilidades, compromisos, tareas, gestiones y funciones que lo cual entraña, entenderlo como como una oportunidad para progresar y hacerse cargo de los destinos de sus gobernados, lo que no puede permitirse que ello sea minimizado, rebajado y mucho menos corrompido; más hoy que han aparecido en el firmamento de nuestra política un sinnúmero de gurúes con una inmensa cantidad de fantasías que hacen fungir como dispositivos emocionales de control, que dada su desinformación y forma de aplicación llegan a anular en la gente la facultad de pensar y actuar, dando forma a lo que llaman gobierno emocional, compuesto por un pensamiento peregrino, emociones a granel y dosis de estoicismo que impulsa a soportar todo lo que no debe ser posible soportarse.

Suman a ello mensajes almibarados envueltos en hojarascas fantásticas que la gente consume sin aduana y pululan sin freno por las redes sociales y medios masivos de difusión y comunicación desorientando en mucho a la ciudadanía y la comunidad, que dados dichos estúpidos insumos, suponen erróneamente que los remedios a nuestros múltiples problemas deben ser resueltos individualmente, lo que es a todas luces un craso error; toda vez que no podemos consentir que si algo va mal es porque no alcanzamos como personas las expectativas, porque todo depende de uno, lo que es de suyo un adoctrinamiento emocional, destinado a mantener el estado de las cosas, las inequidades, las desigualdades sociales y las injusticias, sepultando los males que nos aquejan y además padecemos por un discurso fabulador, demagógico y mentiroso que no conducen a los puertos de integral progreso ni a los escenarios seguros que de manera importante y urgente requerimos.

Adicional a tan sombrío panorama, pareciéramos asumiendo comportamientos en los que evadimos y en muchos casos eludimos la necesidad de avanzar políticamente, de integrarnos, de buscar y procurarnos justicia social de manera reflexiva, compromiso cívico y sentido de pertenencia, lo que da espacio a que sigamos sumergidos en un régimen emocional y dominados por un gobierno absurdamente igual, en el que nos culpamos por los fracasos, con la connotación social que son exclusivamente nuestros, como si no viviéramos en comunidad y no estuviésemos obligados a vivir en paz y convivencia.

No podemos olvidarnos que nuestras vidas solo pueden efectuarse plenamente en medio de lo que los griegos denominaron la polis, que tenemos que vincularnos como personas en el contexto en el que nos desarrollamos, reflexionar y traducir en común por y para una vida buena, ya que no se trata de soportar, aguantar y adaptarse en soledad a todo sufrimiento, puesto que de eso no se trata. Salimos a flote todos participando, adentrándonos en los asuntos públicos y políticos, a efecto de no mantenernos a la vera del camino manejados en nuestros destinos con precariedad, inseguridad e incertidumbres, que no nos dejan avanzar como sociedad, en la que desarrollo y crecimiento debe ser objetivo irrenunciable en pro de un mayor bienestar. comunitario.

Interesa que tomemos conciencia de lo que nos está pasando, de lo que estamos viviendo, despertar, evitar a futuro volver a caer, ser socialmente rentables, productivos, eficientes, analíticos y cuestionadores a efecto de así impulsarnos a asumir nuestra responsabilidad como individuos que formamos parte de una sociedad.

*Jurista. Columnista. rubenceballos56@gmail.com

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