Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
La política debe servirnos para hacer posible lo necesario y ser vista desde luego como una oportunidad feliz para generar cambios y transformaciones profundos de la mano de la buena fe, la justicia y la equidad, por lo que vale y valdrá siempre la pena rescatarla del cinismo, la inmoralidad, el oprobio, la ignominia, y devolverla en todo su esplendor al servicio de la gente. Es sin duda contra toda blasfemia fundamental la política en la vida humana e inherentemente somos por naturaleza un animal político como dijera Aristóteles, lo que se confirma día tras día en la verdad que las decisiones políticas afectan todos los aspectos de nuestra vida, llámese educación, salud, trabajo, libertades individuales y demás, lo que nos lleva a firmar que la política lo es todo; no obstante, es vista hoy como algo malo, insignificante e innecesaria en la vida de las personas, cuando es evidentemente un válido medio para garantizar los derechos fundamentales de las personas, vida, libertad, propiedad, y soporte para entender la importancia de las instituciones que velan por el bienestar común.
Actualmente, cuando la política se hace más crucial, dados los retos globales como el cambio climático, el ascenso de líderes populistas, las inequidades y desigualdades sociales y las crisis migratorias, no podemos bajo circunstancia alguna ignorarla ni confinarla a un segundo plano, toda vez que las decisiones que los gobiernos y las personas políticas toman hoy determinarán el futuro del mundo y la calidad de vida de las generaciones por venir; y, es libertad, capacidad para actuar colectivamente en el ámbito público e instrumento esencial para abordar los desafíos globales.
Empero, es entendible la percepción negativa, motivada por la corrupción, escándalos e incapacidad de muchos líderes para cumplir con sus promesas creando incredulidad, desconfianza y divorcio entre los ciudadanos y las instituciones políticas; razón por la que en momentos de crisis más se necesite y precise reivindicar la política como una herramienta para el cambio y la transformación social, ya que la política es el arte de gobernar para el bien común y como ciudadanos, tenemos la responsabilidad y la obligación de involucrarnos, de participar activamente en los procesos políticos para asegurar que nuestras voces sean, además de oídas, escuchadas.
Tiene la política, y ello no puede olvidarse, implicación directa en nuestra vida cotidiana, como lo vemos en cada ley, reglamento, política pública y demás que se implementa y tiene el poder de mejorar o empeorar nuestras condiciones de vida; de ahí la importancia de una ciudadanía consciente y participativa, en el entender de Rousseau respecto que la soberanía reside en el pueblo, y solo mediante la participación activa podemos asegurar que los gobernantes actúen en beneficio del colectivo y no de intereses particulares.
Recordémoslo siempre. La política es indispensable en el orden social y la justicia. Nos permite convivir en armonía y resolver los problemas comunes, lo que impone la necesidad importante como urgente de reivindicarla, requerir su papel fundamental en la sociedad y verla, repito, como una oportunidad feliz para adelantar los cambios y las profundas transformaciones que requerimos en caminos de justicia y equidad. Por una política al servicio de la gente.
*Jurista. Columnista. rubenceballos56@gmail.com