Por: José Manuel Herrera Brito
La seguridad pública es entendida como una función estatal, que tiene como fines salvaguardar la integridad y derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos, al tiempo de comprender la prevención especial y general de los delitos, la investigación para hacerla efectiva, la sanción de las infracciones administrativas, así como la investigación y la persecución de los delitos y la reinserción social del individuo, correspondiendo a las instituciones del Estado desarrollar políticas en materia de prevención social del delito con carácter integral, sobre las causas que generan la comisión de delitos y conductas antisociales, lo mismo que programas y acciones para fomentar en la sociedad valores culturales y cívicos, que induzcan el respeto a la legalidad y a la protección de las víctimas.
Con base en lo expuesto, es evidente que siempre se necesitará de bien definidas y orientadas estrategias, por ser ella, la seguridad, ese valor fundante como relevante de toda sociedad que se precie de serlo, debiendo en consecuencia reunir muchos elementos de información y de planeación, al igual que una adecuada y rigurosa metodología fundamentada en una mejor estructura, clasificación y disposición que le den orden y claridad a las ideas que se pretenden comunicar a los medios de comunicación en particular y ciudadanía en general.
No se trata ante los hechos de inseguridad, apresurarse a mostrar a este tenor algo que morigere el clima de violencia que pueda primar, como tampoco algo coyuntural, sino soportar lo que se va a hacer en un verdadero diagnóstico con líneas de acción, esquema de coordinación y distribución de responsabilidades, actividades, indicadores y metas a cumplirse en el tiempo, contentivo de los requisitos de una verdadera estrategia, con muy claros objetivos y estrategias que marquen el inicio de las acciones en contra de los grupos criminales que amenazan la seguridad, tales como la disminución de la incidencia de homicidios dolosos y delitos de alto impacto, válidas coordinaciones entre los integrantes de las instituciones instauradas para tal fin, fortalecimiento de las áreas de Inteligencia e Investigación, combate a fondo del tráfico de armas de fuego y drogas ilícitas, así como la atención de la extorsión, zonas de alta incidencia delictiva y la seguridad integral en todas las localidades.
Importa el desarrollo de desarrollo de productos de inteligencia para que se integren a las investigaciones de alto, medio y hasta bajo riesgo, puesto que su objetivo es aportar certezas para la toma de decisiones, mismas que deberán ser del todo congruentes con la problemática que se pretende resolver.
Acciones a tomarse, que debe ser una verdadera estrategia, No caben en ella, dado lo serio de la situación que enmarca, improvisaciones, ni imprevisiones, lo que implica, sin que ello signifique dormirse en los laureles, un tiempo prudencial, así como un estricto orden en su conceptualización, diseño y ejecución, así como indicadores y metas retadoras que la diferencien de un simple listado de buenas intenciones, en el recuerdo que de buenas intenciones está lleno el camino al infierno. saramara7@gmail.com