Blaicer Moreno Córdoba

Por: Blaicer Moreno Córdoba*

Prioridad fundamental debe y tiene que ser para todos los pueblos y para todos los efectos, el combate a la corrupción. Las comunidades son víctimas de los graves daños que este problema les causa, debilita la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, propicia el desapego a la ley y a las reglas de equidad e igualdad de oportunidades, y erosiona recursos indispensables para superar pobreza y desigualdad, en lo que importan medidas preventivas y represivas, cuya implementación involucre gobiernos, sociedad civil, sector privado y comunidad toda, de donde resulten recomendaciones específicas para mejorar instituciones y marcos jurídicos para el efectivo combate contra la corrupción en los que se encuentren definidos mecanismos de participación de la sociedad civil en la gestión pública y acceso a la información, la prevención de conflictos de intereses y la preservación de recursos públicos.

Interesante sobremanera en esto, analizar la contratación estatal, la vinculación de servidores públicos y sus sistemas de declaración patrimonial, la tipificación de actos de corrupción tales como el enriquecimiento ilícito, y el funcionamiento de los órganos de control superior a cargo de la prevención, investigación y sanción de tales actos, camino a formular recomendaciones, entre las que destaquen las relativas al fortalecimiento de la implementación de normas y sistemas para reglamentar y prevenir los conflictos de intereses; y la optimización de la verificación y publicidad de las declaraciones patrimoniales de los servidores públicos; al igual que la adopción de medidas para promover denuncias de corrupción.

Gobierno abierto, transparencia y combate a la corrupción van de la mano con la búsqueda de soluciones al hambre, ya que resulta a todas luces inconcebible que lo cual afecte a miles de ciudadanos en pleno Siglo XXI y que aún tengamos que convivir con la desnutrición infantil; menos cuando con las herramientas tecnológicas con que contamos como humanidad, bien podemos ser capaces de derrotar el hambre de una buena vez por todas y hacer posible la seguridad alimentaria para el adecuado desarrollo de niños y adultos.

En la medida que seamos capaces de adelantar políticas eficaces contra la corrupción y podamos asegurar los recursos para invertir en tecnología y educación, el desarrollo sostenible de nuestras comunidades va a dejar de ser una utopía inalcanzable, y la derrota del hambre una realidad. No podemos patrocinar más desigualdades, obligados estamos a superar las inequidades, e ir tras políticas de consenso que generen más temprano que tarde y más pronto que después, soluciones concretas en contexto de desarrollo, transparencia y participación. La transparencia gubernamental y la participación de todos los actores políticos y sociales es lo único que puede garantizar el camino hacia un desarrollo inclusivo, y ayudar a conquistar más derechos para más gente.

Blaicer Moreno Córdoba. amerlyng@gmail.com Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial

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Por editor

Un comentario en «DERROTAR EL HAMBRE, UN IMPERATIVO»
  1. Su artículo es muy interesante por su alto contenido de sentido humano; contiene el sano deseo de la gente buena que añora incentivar de alguna manera, en los mandatarios especialmente, la administración justa de los recursos públicos que lleguen al destino para el cual fueron designados. La existencia, conservación y nutrición de la corrupción en la administración pública, es asunto que nos afecta a todos, pero que poquísimos son conscientes de este flagelo que tanto daño nos causa.
    Felicitaciones por lanzar tan justas reflexiones frente a este tema.

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