JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito

La conciencia política permite y de ello no hay duda, un reconocimiento de las corrientes emocionales y de las relaciones de poder, esto es, que implica saber identificar corrientes sociales y políticas subterráneas, advertir con facilidad las relaciones claves de poder, percibir con claridad las redes sociales más importantes, comprender las fuerzas que modelan el punto de vista de las acciones o conductas de otras personas como competidores y seguidores, interpretar de manera adecuada tanto la realidad externa como la realidad interna de una organización o grupo. Ha sido rebautizada en la actualidad como conciencia organizativa, ya que expresa una competencia social de reconocimiento orientada hacia los demás, al tiempo que permite interpretar con precisión a personas y grupos.

Por su parte, la conciencia organizativa, representa una capacidad socioemocional para interpretar las corrientes de emociones y realidades de tipo político en los grupos y constituye una competencia importantísima en las redes de contactos y conexiones internas y de forma especial en la creación de alianzas políticas y también organizacionales que facilitan en las personas las capacidades de influencia, independiente de su papel profesional; lo mismo que es de grande utilidad para comprender las jerarquías sociales, distinguiendo a las personas de mayor relevancia en los niveles profesional, organizativo y político; e igualmente, refleja la capacidad para interpretar situaciones de manera objetiva, sin la distorsión de sus propias inclinaciones y suposiciones, y que por consiguiente permite a las personas responder con eficacia.

Esa especial utilidad tiene que ver con que las personas deben disponer de una rica red de relaciones y saber perfectamente lo que ocurre. Su inteligencia social incluye el manejo de las realidades superiores que afectan a la organización e implica saber armonizar puntos de vista aparentemente contrapuestos ya sea dentro de la organización o en su mundo social, sin esta sensibilidad política se pierden las múltiples perspectivas ofrecidas por compañeros, jefes, clientes, subordinados, competidores y sus clientes. Se construye sobre el autocontrol y la empatía emocional; permite la construcción de una experiencia de aprendizaje denominada sabiduría política, una comprensión profunda de la dinámica oculta que permite ser capaz de percatarse de las cuestiones más preocupantes para quienes toman decisiones a nivel político-organizacional. Como comportamiento político, requiere de una visión amplia o percepción interpersonal del mundo en general, incluyendo presiones que operan sobre grupos, mercados, avances tecnológicos, propias fuerzas políticas y demás, que a su vez determinan las oportunidades y limitaciones de una organización.

Lo dicho muestra que resulta interesante precisar que el desinterés por la política organizativa constituye un problema, porque la carencia de sensibilidad política suele impedir a las personas influir sobre los demás. No basta por ello una comprensión de la estructura formal de la organización. La conciencia política, a nivel psicológico requiere de una aguda comprensión de la estructura informal y de los centros de poder no expresivos propios de toda organización o grupo social y/o político, así como distintas habilidades de tipo personal, configurando el papel y la función de líder. saramara7@gmail.com


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