MÉDICO HERNANDO RAFAEL PACIFIC GNECCO

Por: Hernando Pacific Gnecco*

Lo sucedido el pasado 14 de julio en el estadio Hard Rock de Miami fue todo un desastre; una pésima organización a la entrada y personas que optaron por la violencia para acceder a la fuerza; la situación presentada conlleva una enorme responsabilidad de la Fifa y las autoridades locales. En el mundo entero existen antecedentes de situaciones similares en algunos torneos futbolísticos; hace 3 años, con la final postergada por la pandemia, en Londres se enfrentaban Inglaterra e Italia por el título de la Eurocopa. Lo ocurrido en Miami fue exactamente lo mismo que sucedió en el estadio de Wembley en 2021: caos y violencia para entrar al estadio.

El comportamiento salvaje de muchos aficionados colombianos, no pocos argentinos y algunos más de otras nacionalidades quedó plasmado en los videos: confusión total, personas desmayadas, gente trepando por las paredes y ductos de ventilación, escaleras sobrecargadas y evidente sobrecupo en las graderías. Muchos aficionados que habían pagado enormes sumas por sus entradas no lograron acceder al estadio; los vándalos destrozaron algunas estructuras para poder ingresar, muchos de ellos sin boletas.

Las imágenes de Miami son vergonzosas, y no terminan de mostrar la dimensión de lo sucedido. Muchas explicaciones y poca claridad. La organización falló rotundamente. Afirman ellos, con razón, que en otros eventos deportivos (3 Superbowl, por ejemplo) y varios conciertos realizados en ese estadio jamás se presentaron desórdenes, lo cual no exculpa las fallas de seguridad; un pie de fuerza policial insuficiente y ausencia de otros elementos que usualmente se activan para este tipo de competiciones. Las federaciones que han sufrido el problema en otras latitudes parecen haber sido negligentes en cuanto a información y asesoría necesarias para controlar los accesos al estadio. Los organizadores de la Copa América pudieron solicitar apoyo a la Uefa y la Conmebol especialmente. Se debieron implementar anillos de seguridad y exigir validación de las entradas, como se hace en todas partes; se afirma que hubo falsificación y reventa de boletas. Todo ello puso en riesgo la seguridad de los asistentes; el exceso de personas que ocuparon pasillos y escaleras causó el bloqueo de la libre movilidad de los demás asistentes: en caso de haber tenido que evacuar a alguna persona para asistencia médica, la dificultad para hacerlo era evidente.

Las conocidas pasiones que despierta el futbol son muy distintas a las de otros deportes; la tranquilidad de los aficionados estadounidenses al beisbol no es comparable a la pasional euforia latinoamericana o europea en el caso del futbol. Aun los más calmados seguidores se contagian del entusiasmo colectivo. Un fósforo que encienda la chispa puede llevar a lamentables tragedias; por eso las previsiones de seguridad deben ser las máximas posibles.

En 1964, la tragedia del Estadio Nacional de Lima, la mayor de todos los tiempos, causó 328 muertes; en 1985, Bruselas presenció con horror el fallecimiento de 39 aficionados a causa de unos fanáticos radicales ingleses, dos semanas después de la tragedia de Bradford, con 56 fallecidos por un incendio provocado en las tribunas. Cali, en 1982, lloró a 22 personas cuando de derrumbó una tribuna gracias al vandalismo de unos salvajes durante un clásico local. Todos estos absurdos se originan en 1902 en el Reino Unido con el desastre de Ibrox Park en Glasgow durante un duelo entre Escocia e Inglaterra: 26 muertos. Hay muchos antecedentes; Nápoles contó 152 muertos en un enfrentamiento contra Bologna en 1955, Ibagué registró 18 fallecidos al caerse una tribuna por sobrepeso, y una estampida en un estadio de Moscú causó 66 decesos. Se registran tragedias en el Congo con 27 fallecidos por avalancha de aficionados; en Francia, al caerse una tribuna hubo 17 víctimas; Guatemala contó 84 muertos y Ghana registró 127 casos. Las cifras de estas y otras tragedias ocurridas en los estadios de fútbol suman numerosas víctimas. Con cada calamidad se implementan medidas más rigurosas pero la muerte sigue rondando en los estadios del mundo. hernandopacific@hotmail.com

*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista

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