Por: Rafael Robles Solano*

Cada vez que algún analista, comentarista, periodista o crítico, se refiere a nuestra patria como “un país fallido,” salgo de inmediato a contradecirlo con las cosas positivas que tiene Colombia. Sin embargo, de cara a la delicada situación social y económica que estamos viviendo en todos los órdenes, no logro sustraerme de algunas reflexiones en torno a dicho tema.

La pregunta es: ¿Por qué cada vez son más notorios los pronunciamientos en el que nos endilguen semejante calificativo a nivel internacional?  Como es posible que un país como el nuestro con tantas expresiones culturales, recursos minerales, biodiversos y demás maravillas naturales, se vea expuesto a semejantes calificativos.   

La realidad en principio es abrumadora y contundente a favor de quienes así nos cuestionan y critican, porque lo cierto es que quizás estamos perdidos y hundidos en medio de la más generalizada corrupción de nuestra historia. Donde quiera que miremos las instituciones del Estado, la administración pública, los gobiernos municipales, departamentales y nacionales, se hallan salpicados de hechos y denuncias de todo tipo en contra de quienes ejercen o han ejercido en el pasado sus funciones, situación que también se extiende y alcanza al sector privado. Y lo peor, es que la confianza ciudadana se ha perdido completamente, colocándonos en un estado desesperanzador y de enorme pesimismo.

Nos hallamos frente al fracaso de los principios y valores ciudadanos, la ética ha desaparecido y lo que prevalece en nuestros entornos, son expresiones donde sobresale es la admiración hacia aquellos qué valiéndose de sus oportunidades como funcionarios o administradores de los bienes públicos, como empresarios, contratistas, comerciantes, emprendedores, etc., se lucran y enriquecen descarada y cínicamente, aprovechando la incapacidad de nuestros organismos de vigilancia y control, cuyos investigadores son venales o para decirlo mucho más claro, son sobornables, con lo que las denuncias, no llegan a ninguna parte, lo cual evidencia el adagio de que “la justicia es solo para los de ruana.”

Disculpen la introducción que en estos términos presento del interrogante que motiva este artículo: “¿SERÁ QUE SOMOS UN PAÍS NO VIABLE?”.

La idea es no seguir sumidos en el panorama de pesimismo antes descrito, por el contrario, con estas reflexiones pretendo alertar y sacudir a los indiferentes, para que entre todos reaccionemos masivamente, para que elevemos nuestras voces de protesta y rechazo ante lo que nos están imponiendo, porque debemos defender a Colombia, rescatarla de las manos de los corruptos y demás delincuentes de toda las calañas que se han apoderado de las riendas públicas y privadas, incluyendo a los que se benefician con el lavado de activos provenientes de los sobornos, el narcotráfico, el contrabando y el testa ferrato. 

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