Por: José Manuel Herrera Brito*
Es Santa Marta, como lo registra la historiografía local, regional, nacional, hispano e iberoamericana y mundial, la ciudad madre de Colombia, ya que partiendo de sus dos veces santo seno, se fundaron varios de los primeros centros poblados del país que hoy somos. Preservamos en ella en el tiempo, aunque menos de lo que se hubiese querido, parte de su establecer colonial original. A doce meses de conmemorarse 500 años de fundación, importan en manera importante y urgente realizaciones de toda índole para esa magna fecha: compilaciones bibliográficas, ediciones librescas, bustos de samarios célebres, galerías de fotografías de dichos personajes, registros de bailes y folclóricos, gestas de personajes insignes todo nivel y relevancia, material historiográfico, planos coloniales y actuales de la ciudad, lugares de memoria y demás otras muchas recordaciones con los que bueno sería preservar para las generaciones por venir el aporte de los impulsores del imaginario de ayer y de hoy, que debe ser mantenido como parte de un periplo lineal de la historia que hoy más que nunca debe conducirnos a un superior progreso para la ciudad.
Importa en consecuencia y para todos los efectos, que imaginemos y construyamos todos psicológica y materialmente lo que deba ser nuestro porvenir, y sobre la base de esa proyección, impulsar la historia grande que tenemos. De la misma manera como existen elementos materiales en toda cultura, hay también en la misma componentes que motivan almas y cerebros para avanzar hacia quimeras y ensueños; ideas y creencias para afirmar el mañana deseable, en ruta a consolidar formas de vida soportadas en valores para alcanzar el siempre anhelado bienestar como grupo humano que somos, anhelamos y tenemos que ser.
Imaginarios nutridos de porvenir, que sumen pasado, significados, símbolos, esperanzas, frutos culturales y expresiones sitas en la acción social e internalizadas en la mente, así como ungidas, transmitidas de generación en generación, lo mismo que manifiestas en muchas de nuestras costumbres y razones de ser, en la verdad que los imaginarios tienen un nacer, sirven para la proyección futura, dan sentido a los anhelos y acciones de los hombres en su presente. Es todo lo cual un imaginario de la ilustración, de la modernidad, de la civilidad y de ese progreso que de manera permanente y continua debe ser un hito a reforzarse, lo que importa y exige unión, persistencia, pertenencia, trazarnos indeleblemente en el tiempo, exaltar con ímpetu los espíritus, teniendo siempre como simiente la inspiración para llevar a feliz término los más de los procesos, planes, proyectos, propósitos y metas a cumplir.
Interesan para nuestro futuro como promisorios porvenires, sensatos, sólidos e integrales proyectos de modernidad y progreso que por sus causas nobles nos sirva de referente para encauzarnos como sociedad por los rumbo mejores de la civilización y la cultura en su exacta dimensión y arquitectura con sentido de pertenencia, camino a un más alto y radiante foco de conquistas permanentes de sacrificios, actividades, aventuras, esfuerzos, osadías, creatividades, creaciones ciertas, innovación, productividad, competitividad, desarrollo, crecimiento, bienestar, prosperidad y otros positivos logros, de los que podamos sentirnos henchidos de emoción, sano orgullo y como ejemplo para las posteriores generaciones que comprometerse deben con responsabilidad manifiesta a seguir solo la buena tarea antecedente, con pasos dignos que permitan mantener abierta la senda del bienestar, de la prosperidad y no seguir más inmersos en olvidos injustos, ni injustificados, como tampoco por épocas de sufrimiento indecibles que debemos superar con altas miras, espíritu de grandeza y reciedumbre, lo mismo que nos reivindiquen para la posteridad como seres autónomos capaces de asumir desafíos por inmensos que los mismos sean, para así consolidar mejores condiciones de vida y mayor avance social en ámbitos de esperanza y en contexto pleno de una sociedad libre, democratizada, equitativa, productiva, igualitaria, garante de derechos humanos con nuevos aires de libertad y bienestar donde la sensación, la percepción de positivos cambios y transformaciones puedan ser una realidad en el tiempo y nunca más fallidas ilusiones.
Tenemos, a pesar del corto tiempo que apenas queda, tomarse en serio la celebración de los 500 años de fundación de la ciudad, por lo que la propuesta conmemorativa debería ser la que pudiera dársele durante toda esta presente administración al menos, en atención al hito histórico universal que significa este singular pentacentenario, lo que impone promover celebraciones de todo tipo y con las más altas exigencias y niveles, a efecto de tocar las fibras todas de las esferas institucionales, gubernamentales de todo orden, ciudadanía y comunidad que nos lleven siempre a visibilidades y superaciones, lo que ser campaña intensa que reivindique el ser, hacer y quehacer de los nuestros desde el pasado y pueda por ende tener lo cual un carácter imborrable a través de la realización de una serie de obras ejemplo de todo tipo que le den a la ciudad eco universal y un cariz de permanente modernidad.
Los esfuerzos deben centrarse en celebrar de forma magnífica los cinco siglos de existencia de efemérides fundacional, alcanzar las obras que merecemos, realizarlas, conseguir ser una ciudad que, no por ser vieja en la historia, tenga que estar sometida a causar siempre la impresión de vetustez, abandono u olvido, sino comunicar la importancia y embellecimiento que ella lleva consigo misma.
Entender que los retos de hoy y del mañana desbordan las fronteras, que el progreso y bienestar constituyen compromiso y responsabilidad compartida, conexiones, sociedades para la prosperidad en dirección a avanzar hacia el desarrollo con equidad e igualdad, escenarios y estadios que reconocidos e impulsados por todos los actores expresen la concurrencia, fortaleza, protección, importancia y urgencia que los mismos ameritan, más cuando deben afianzarse en surgimientos de sucesos históricos de la mayor envergadura como el que nos concita, que debe tener la ambición de cambiar y transformarnos positivamente, así como buscar la forma de relacionarnos entre nosotros mismos y con el resto del país y el mundo con pragmatismo y grandes ideales, lo que impone la procura de sociedades parta la prosperidad, que significa reconocernos como iguales, respetándonos en aquello en lo que somos diferentes y que tenemos responsabilidades comunes, pero también diferenciadas en la construcción de esta prosperidad.
Tenemos que ser en adelante, lo que debe sernos tarea y consigna, una fuente de lecciones acerca de cómo enfrentar el porvenir en todos sus aspectos, ser prudentes en lo macroeconómico, así como progresista en lo social, aplicando medidas diversas, desde moderadas y transitorias hasta estructurales, a efecto de evitar costos sociales irreversibles, como los que pagando estamos, para así dirigirnos con prisa y sin pausa a mejorar y aumentar la calidad de vida de los nuestros, particularmente por cuanto persisten importantes distancias por cerrar todavía, dado que inequidad y desigualdad conspiran contra el desarrollo y la seguridad, que impiden que podamos crecer más y mejor, lo que nos indica que el gran paradigma hoy es equiparar e igualar para crecer y crecer para equiparar e igualar, lo que obliga también a repensar la estructura de las alianzas estratégicas en la verdad que el mundo ya no es el mismo y apurar debemos, a fin de ponernos a todo con esa realidad, la integración física regional, el acceso y utilización de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), la prevención y atención de los desastres naturales, la seguridad, el combate decidido y decisivo contra la corrupción, la reducción de la pobreza, inseguridad, inequidad y la desigualdad.
Requeridos estamos de una nueva mejor cultura y realidad social, inversión real en tal sentido y ser definitivamente una ciudad moderna con el orgullo de la tradición, pero en todo caso puesta en el andar feliz de la rueda mágica de la civilización, escenario para la vida fecunda y la acción creadora que nos permita asentar el bienestar sobre la base del trabajo como razón de ser y parte de la memoria colectiva de la ciudad, de los lugares de la memoria que son ante todo la forma bajo la cual subsiste una conciencia conmemorativa en una historia que la solicita traducida en museos, archivos, colecciones, fiestas, aniversarios, tratados, actas, monumentos, santuarios, asociaciones, testigos todos ellos de otras épocas que guardan ilusiones de eternidad y refuerzan imaginarios que sirven para proyectarnos en el tiempo como sociedad que solicita mayormente del reconocimiento de la historia, que para tan magna fecha debe tener un carácter de regocijo orbital, que involucrar debe a las más altas esferas del poder nacional e internacional.
En estos días nuestros, bien debemos proponernos, además de mover la fibra nacional y convocar la atención internacional, conformar una verdadera red social basada en un capital social importante que bien y mejor pueda llevar adelante empresas ambiciosas y encauzar a su sociedad por el bienestar colectivo, en la certeza que la historia nos demostrará, como lo ha hecho siempre desde tiempo inmemorial, que los éxitos no son sólo obra de élites económicas o políticas, sino que dependen del concurso de una sociedad que en conjunto esté convencida que su pasado común y otros valores construidos por todos, les proyectarán hacia el porvenir, lo que obligarnos debe a empeñarnos en la búsqueda incesante de enaltecer social y materialmente a nuestra Santa Marta, en ruta a su fomento, impulso, potenciación y definitivo como integral desarrollo.
*Estudios en Derecho. Administración Pública. Comunicación Social – Periodismo. Alta Dirección del Estado (Especialización ESAP). Estudios Especiales en Alta Formación Ejecutiva (Universidad de Salamanca). Seguridad, Democracia y Medio Ambiente (Universidad Complutense de Madrid). Presidente – Representante Legal de la Liga para el Desarrollo y la Rehabilitación Socio Cultural – LIDERESOCIAl. Miembro de Número de la Academia Iberoamericana de Letras, Artes y Ciencias; y, Correspondiente de la Sociedad Bolivariana del Magdalena.