OSCAR CARDENAS

Por: Oscar Cárdenas*

Bogotá definitivamente debe y tiene que reinventarse para el mundo, mirar al porvenir, apostarle a lo verde, ponernos patas arriba en el mejor sentido de la expresión, renovar nuestro perfil urbanístico, afrontar los torbellinos que a cada momento le surgen. Convencernos que podemos ser una ciudad ejemplo para el planeta, lo que impone poner todo en regla para afrontar el desafío que implica mirar a futuro, organizarnos más y mejor, así como aprovechar cada momento, cada ocasión para impulsar el concepto y los principios del desarrollo sostenible, potenciarnos con un enfoque coordinado y sinérgico optimizando los trabajos que necesarios sean y los recursos disponibles, teniendo en cuenta la envergadura de los avances que tenemos y los que hay que consolidar.

Es regenerarnos, superar nuestro actual modelo de crecimiento ya que cambios y transformaciones se están acelerando cada vez más, en lo que importa y ayuda en cuanto a personas y territorios, regeneración, inclusión e innovación. En el 2050 gran parte de la población mundial estará viviendo en ciudades o en megalópolis. La relación población/urbe se tensa cada día más, lo que impone a su vez un modelo de crecimiento inclusivo y circular. Frente a esta situación, está claro que los grandes conglomerados urbanos de hoy día deben aprender a regenerarse. Es tener en cuenta y siempre presente, que el desarrollo sostenible es a su vez fundamental en la durísima batalla por una transición energética impostergable y para poner freno a los violentos cambios climáticos de estos últimos años, así como planificar y construir de conformidad.

Tenemos que proponernos proyectos pensados para perdurar, hacernos más verdes, examinar el tema del respeto de los derechos humanos, acercarnos a la buena publicidad, recordar el éxito logrado por otras urbes en estos propósitos, atender lo alimentario, acudir a la implantación de parques solares gigantescos, vegetación exuberante y pabellones temáticos, muchos de los cuales dedicados a difundir el conocimiento de la naturaleza del mundo que habitamos, recoger los sueños y las futuras aspiraciones de los millones de habitantes que somos en un contexto de eco-sostenibilidad, con árboles energéticos que abren y cierran sus paneles a lo largo del día capturando así la energía, y al mismo tiempo, generando sombra para los visitantes, recorridos verdes para hacer en bicicleta, o a pie, proyectos que llamen a la inversiones, generen nuevos puestos de trabajo y el nacimiento de empresas vinculadas a este resurgir.

Precisar lo pertinente en cuanto a esa asignatura pendiente que se tienen con la recolección de las basuras, tema crítico del que se queja mucha gente. Si en realidad y verdad queremos reinventarnos, nadie podrá querer fingir que no vemos los problemas vinculados a la limpieza o a la compostura en la ciudad, cuestiones que siguen existiendo y que debemos resolver, en lo que convienen planes residuos para que podamos salir en pocos años de la que representa una emergencia permanente gracias a la construcción de las plantas necesarias para hacer frente a esta tarea.

Reinventarnos es ser leal con el mundo real al que nos enfrentamos día a día. Es en este mundo real donde se arraiga nuestra profesionalidad pragmática que debe nacer de la confianza y amistad, así como de un compromiso consciente, que no de ilusiones, en lo que caben incansables esfuerzos a hacer, para que claramente nos definamos todos en un nunca darnos por vencidos, lo cual nunca debería cambiar; de ahí que tengamos que reinventarnos de manera concreta, tomar medidas a este tenor respecto de los desafíos a los que nos enfrentamos y para que desde nuestros territorios creativos encontremos las soluciones para enfrentarlos, pero, sobre todo, nuestro compromiso local y global finalmente para crear las condiciones hacia un nuevo orden verdaderamente multipolar y multicultural, con contribuciones universales.

Juntos tenemos la gran responsabilidad de comprometer a nuestra ciudad en una transición ambiental y democrática, ya que una nunca puede ser posible sin la otra, en lo que importa la participación ciudadana activa, puesto que no hay ciudad sin ciudadanos. Convencernos igualmente que la verdadera ecología es política, social, económica y cultural. No aleja al ser humano de su entorno, sino que le permite progresar, salvando su entorno y es lo que debemos estar viviendo en nuestra ciudad y lo que ahora debemos resaltar para ampliar la mirada de Estados y organismos internacionales.

Saber hacer que el sector público y privado, el mundo financiero, asociaciones, empresas importantes y plataformas ciudadanas trabajen juntos, para que nuestra ciudad sea más capaz de liberar el futuro. Permitirnos actuar. Ser capaces de romper con las viejas ataduras del pasado para implementar un acceso más rápido a las nuevas soluciones de hoy y de mañana. Tener acceso directo a los fondos internacionales y sus principales donantes. Crear fondos soberanos y duraderos para acelerar la transición ecológica de nuestro territorio, propugnar porque se nos permita como ciudad manejar las energías renovables y reciclables con total autonomía, ya que, como ciudad, tenemos enormes capacidades.

Se trata de liberar el futuro, lo que debería ser nuestro objetivo colectivo, liberarlo de la fatalidad del populismo, de la profundización de las desigualdades luchando y promoviendo constantemente nuevas posibilidades con oportunidades que no sean en absoluto abstractas o ideológicas, sino reales y vivas como las sociedades que los dan a la luz, para darles el espacio necesario, recursos y amplitud para nuestros ciudadanos, a través de ellos y con ellos, por cuanto la ciudadanía tiene ganas y energía para cambiar el mundo desde esta ciudad, donde vive, trabaja, respira. Porque saben que el cambio global está arraigado en sus propias vidas, aquí y ahora.

Los ciudadanos son la principal fuente de energía de la ciudad. Pero una energía renovable, limpia, que obliga a reinventarse sin excepción. Energía positiva que quiere construir y no destruir, unir y no dividir, progresar y no arrepentirse. Es con esta energía que la innovación política, económica, social y cultural puede resolver la ecuación climática y demás otras. Es seguir compartiendo las mejores prácticas en materia ambiental, por supuesto que sin quedarnos solo ahí, sino expandidos en y a todos los ámbitos, como corresponde a una regeneración democrática que debe implicar escenarios participativos. Es reinventarnos para inspirar al mundo. Es con este tipo de iniciativas públicas como podemos dar la mejor respuesta al populismo que puede envenenar nuestro mundo si no nos damos cuenta de que nuestros ciudadanos son las soluciones en la ciudad.

Demos rienda suelta a la idea e iniciativa de reinventarnos y reinventar a Bogotá, por lo que desde ahora les notifico que pueden y van a contar con mi determinación desde el Concejo Distrital.

* Ingeniero Químico. Ex Personero Delegado de Bogotá. Empresario de la Salud.

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