Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

En el transcurso de la crisis hemos vistos personas y empresas haciendo donaciones al sector público para enfermos, hospitales, logística y demás pertinencias, pero también, despilfarro y corrupción descarada. Pareciera que no hubiese dolientes, que nadie sufriera si se pierde el dinero o toma rumbos diferentes para lo que fue asignada; y lo que es peor, nadie es realmente responsable ante las malas administraciones que actúan bajo el incentivo de los negociados, rapiña y corrupción, en el saber y convencimiento que el dinero de todos es de ninguno y ello permite se le sustraiga sin que nada pase ni pueda pasar.

Quejas y más quejas son escuchadas ante la enorme corrupción que vivimos, lo que parece tener sin cuidado a quienes se apropian de esos dineros, requiriéndose para su control autoridades, fiscales, jueces firmes, independientes, insobornables, que no dejen tranquilo a los bandidos y que ellos sepan a su vez que se les perseguirá sin tregua. Igual necesitamos un sistema educativo que forme desde las primeras edades personas de bien, que se transparente y descentralice aún más el proceso de compras públicas; es, en síntesis, combatir a fondo la corrupción, en lo que importa un Estado eficiente, ajustado a sus básicas funciones, con fondos estrictos para cumplirlas, sin dineros que repartir desde las instituciones públicas por las que nadie responde y se fugan en negociados y despilfarros. Menos dinero en manos públicas traduce sin duda menos corrupción.

Vulnerabilidades miles ha desnudado esta crisis y como ello afecta a la sociedad de diferentes maneras. De ahí la importancia de repensarnos y repensar el porvenir, reconstruirnos, ser resilientes, ir tras equidad, igualdad, sustentabilidad y sostenibilidad; desafío para solucionar con el planteamiento de estrategias que permitan reactivar nuestras economías en su transversalidad y todo integral. Definir estímulos económicos que ayuden a proteger empresas, empleos, medio ambiente, fortalecer y desarrollar cooperaciones, relaciones económicas, así como la necesaria, urgente e importante inclusión.

Importa en este contexto, incrementar la acción y entender que la ambición de un importante desarrollo y crecimiento no debe frenarse, qué junto con lo sanitario, económico, ambiental, cultural y social, está la responsabilidad de aprender de los errores y diseñar lo que será y se ha denominado nueva normalidad. Es trabajar duro y parejo para conjuntar ambición, inclusión y la pasión por rectificar el rumbo, demostrando a través de iniciativas, voluntad política y decisión manifiesta, la posibilidad de transformar y reconstruirnos mejor, en la certeza que ello es posible con el concurso de todos. rubenceballos56@gmail.com *Jurista

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