Por: Blaicer Moreno Córdoba*
De otra parte, además de lo referenciado en la primera parte de este planteamiento, trabaja esta administración en auspiciar segmentos que ayuden bien y mejor nuestro desarrollo productivo, para que se apropie y se tome por todos las riendas de ese desarrollo productivo, que como bien sabemos, es un proceso que implica la transformación de la estructura productiva para realizar actividades más productivas, política fundamental para el crecimiento económico y el bienestar social, ya que es el resultado de una acción conjunta de diferentes actores, como el sector público y privado, la academia y la sociedad civil, que cuenta entre sus elementos fortalecer la competitividad de empresas y sectores productivos, crear empleos y trabajos, aumentar los ingresos, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, al tiempo de permitir planificar las nuevas actividades productivas y los empleos del futuro, lo mismo que diseñar una hoja de ruta de cara al porvenir.
Muchos eventos negativos en los órdenes global, nacional, regional, departamental, subregional y local han contribuido a empeorar y a hacer más difícil la situación económica y social, como lo hemos venido monitoreando y reportando en varias publicaciones, y no hay duda que muchos gobiernos han estado y están en modo gestión de crisis y en modo gestión del corto plazo; lo que implica sí o sí, que sigamos avanzando, que acudamos a una gestión del desarrollo en un sentido más clásico, a instrumentos y esfuerzos para influir sobre los cambios estructurales profundos que requieren nuestros sectores productivos, requeridos de cambios en la dirección de mayor dinamismo, diversificación, tecnología, productividad, cambio estructural más acelerado y por lo tanto mejores empleos, trabajo y superior prosperidad.
Se busca consolidar una gran transformación productiva para salir de la baja capacidad de crecimiento, de crear empleos y trabajos de calidad, bajas tasas de inversión, alta pobreza e informalidad y del dualismo y atraso productivo. Tenemos que buscar los tiempos para avanzar en lo importante y no dejarnos consumir por las urgencias, lo que obliga trabajar con mayor determinación, ambición y concentración de esfuerzos, particularmente en un contexto donde las políticas industriales se asoman en el mundo, requiriéndose de la implementación de políticas soportadas en nuestras propias realidades y necesidades.
Obligados estamos, como se viene haciendo, abordando el síndrome de crecimiento bajo y mediocre en ruta a reducir los niveles de pobreza, informalidad, inequidad y desigualdad, para no ser más una sociedad inequitativa, desigual y violentas, lo que pone en riesgo a la democracia, ya que la vida democrática es incompatible con economías estancadas y ciudadanías frustradas y sin esperanzas de un mejor porvenir., más por cuanto las democracias deben cumplir, por lo que necesitan fortalecer sus políticas de desarrollo productivo.
Tenemos como se está haciendo, avanzando en un incremento de nuestra productividad escalando y mejorando de nuestras políticas de desarrollo productivo; apostándole a sectores impulsores y dinamizadores con enfoques colaborativos de nueva generación que hacen que estas políticas sean más baratas, eficientes, transparentes y mucho menos sujetas de captura por parte de los sectores involucrados.
Es claro que desde la administración se está insistiendo e insistirá en escalar y mejorar las políticas de desarrollo productivo, en lo que es clave ahondar en los qués y en los cómos, por lo que se ha entendido que es la productividad una nueva oportunidad de progreso, forma poderosa de crear espacios para impulsar la gran transformación productiva que estamos necesitando.
*Administrador de Empresas. Conferencista. Columnista. Asesor y Consultor Político
TEMA ENLAZADO: POTENCIAR EL DESARROLLO PRODUCTIVO (I)