SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Estaremos más pronto de lo que pensamos, de cara a unas nuevas justas electivas, en este caso, las locales, municipales y departamentales, en las que deben importarnos candidatos preocupados, además de todo lo que les compete en razón de su esencia política y de la cosa pública, por la cultura en general, samaria y magdalenense en particular, y no recurran a excusas para dejarla de lado, indicando la existencia de otras prioridades. Es deber también de ellos dedicar tiempo a la cultura en todo su espectro de manifestaciones, independientemente de tener que debatir cuestiones de las que dependen necesidades más urgentes de samarios y magdalenenses.

Muchos son sin duda los grandes y graves problemas sociales que arrastramos y pesan como un fardo imposible de soportar, a los que se les debe prestar en orden de importancia, prioridad y urgencia, atención en dirección a soluciones. No obstante, reclamamos por igual de nuestros dirigentes relaciones más estrechas con la cultura, en la seguridad que con superior visión se verá el horizonte y más expeditas serán proyecciones, prospecciones y estrategias, que ayudarán y permitirán conducirnos por mejores caminos de progreso y general bienestar.

Significativo es en grado de importancia para las comunidades contar con políticos y dirigentes integralmente formados, mostrados diferente, que recurran con propiedad e insistencia, entre otros elementos, a la lengua como elemento de cohesión incluyente que no discriminatoria para darle así una mayor proyección a la cultura y a su cultura más específica, lo que debe ser objeto de relevante importancia. Importan, repito, políticos preocupados e interesados por la cultura y la de los suyos, al margen lo cuál de cualquier tutela política, por ser ella un elemento vital que mantiene a los pueblos en pie de progreso y disposición de avance, por poseer ese calor que alimenta en superlativo valor y gran medida.

Debe seguir surgiendo la cultura para nosotros y en nosotros, alimentada en sus facetas tradicional, popular y culta. Estar en la calle de manera espontánea en unos casos y en todos permanente, así como más elaborada en bibliotecas, centros de estudio, observatorios, escuelas, colegios, universidades, ojalá con mucha y más ayuda institucional y privada, debiéndose fomentar, aupar, impulsar, consolidarla y demás de lo que bien y mejor le venga, a efecto que no sea más ella, como la mayoría de las veces pasa, la ausente en los escenarios donde estar debiera en sitios de privilegio. Cultura y política es unión que debe mantenerse indisoluble en provecho colectivo, en la verdad de constituir sociedades mejores.

*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. saulherrera.h@gmail.com Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual

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