Por: Rafael Robles Solano*
Con profunda tristeza y congoja comparto percepción personal relacionada con el objeto de este artículo sobre la Colombia fracturada, que resulta de observar como en el país siguen proliferando las rivalidades de antaño, con rencores y odios viscerales en contra de todos los actores de la violencia subversiva, del paramilitarismo y del narcotráfico, en especial contra los protagonistas del maltrecho proceso de paz firmado en la Habana.
Es decepcionante observar cuando estamos en vísperas de una próxima contienda electoral para elegir nuevo congreso y presidente de la República, las campañas de los múltiples grupos políticos que ahora proliferan por todo el territorio nacional, en vez de exponer con claridad sus programas y proyectos políticos, solo acuden al recurso vil de buscar y sacar a la luz los presuntos antecedentes de sus adversarios, atizando con ello los resentimientos y polarizando aún más los enfrentamientos personalistas que sobre las confrontaciones ideológicas, que es lo que deberíamos estar presenciando.
Dichas campañas solo contribuyen a fomentar peligrosamente enemistades entre familiares y allegados que se alinean en posturas opuestas para denigrar de las diferentes candidaturas. Situación que más allá de ser dolorosa, nos retrotrae a situaciones aciagas del pasado, que obviamente no se hallan superadas, como son las históricas animosidades partidistas de antaño, que condujeron a repetitivas acciones violentas y masacres fratricidas desplegadas por aquellas bandas estigmatizadas bajo los colores azul, mejor conocidos como “chulavitas” (grupos paramilitares de fanáticos conservadores y católicos creados para eliminar adversarios del partido liberal y promovidos por los gobiernos de aquellas épocas) y rojos o “cachiporros” (también llamados collajeros, fueran militantes liberales, comunistas, masones y campesinos), confrontaciones y persecuciones que dieron origen a las guerrillas que surgieron como medios para defenderse de aquellas cruentas persecuciones sectarias, circunstancias que lamentablemente no se han superado, por cuanto a diario asistimos a los atentados contra el orden público, los asesinatos de líderes sociales, juveniles, comunales, campesinos, indígenas y de reinsertados sin que el Gobierno y las autoridades nacionales puedan evitarlas.
En realidad, da pena escuchar, leer y ver en las redes sociales y en algunos medios de comunicación, como se divulgan y proliferan mensajes falaces, perversos y difamadores en contra de los candidatos que no son de sus simpatías.
En fin, el propósito de estas líneas consiste no seguir sumidos en el panorama de pesimismo antes descrito, por el contrario, busco llamar la atención para que se intente deponer estos antagonismos absurdos y como expuse en artículos previos: “… con estas reflexiones pretendo alertar y sacudir especialmente a los jóvenes y a los abstencionistas para que entre todos reaccionemos masivamente y elevemos nuestras voces de protesta y rechazo ante lo que nos están imponiendo, porque debemos defender a Colombia” y de paso, rescatarla de las manos de los violentos y demás delincuentes de toda las calañas que se han apoderado del país, “incluyendo a los corruptos que se benefician con el lavado de activos provenientes de los sobornos, peculados, del narcotráfico, el contrabando, el testaferrato, etc.”
*Rafael Robles Solano. Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com