Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Tarea fundamental, lo que es aún entre nosotros asignatura pendiente, es que todos y cada uno pensemos realmente por cuenta propia y sin fanatismos. Ser críticos soportados en fundamento y esencialidades. Aprender a razonar y debatir de manera útil. No podemos permitirnos en esto empeorar sino mejorar. Expandirnos desde lo políticamente correcto, en resistencia significativa y nunca cual borregos. Disentir con coherencia en libertad, sin miedo ni temores, pasividad ni cobardía. No tenemos porqué aceptar lo que imponer quieran quienes detectan el poder, son dueños de la nómina y reparten las prebendas.

No estamos ya para que nos obnubilen con sinecuras, como si fueran conquistas, logros y realizaciones progresistas, lo que no es más que una grande perdida de democracia. De lo que se trata es de pensar por nosotros mismos, con sindéresis, proponer, lo que mide la calidad democrática que se práctica en un Estado, y que mejor nos permitirá vivir en una superior convivencia plural; de ahí, que debe correspondernos a cada uno de nosotros como ciudadanos nunca traicionar nuestros valores, decantar y expresar de manera sesuda nuestras convicciones, auto-preguntarnos y encontrar nuestras propias respuestas. Pensar por uno mismo es una exigencia a la que obliga la dignidad; y, es sin duda el mejor aporte que como personas cabales y pensantes podemos hacer camino al buen funcionamiento comunitario,

Como sociedad, tenemos que decir con pesar, que estamos enfermos de fanatismo, de enardecimientos, dispuestos a defender desde la irracionalidad lo que cada quien considera una única verdad cierta y válida, lo mismo que a desconocer porque sí cualquier otra razón o razones. Fanatismo dañoso sin duda que se muestra en lo político y en lo social y trata de imponerse, y algunas veces de hecho lo imponen desde sus propias ideas, despreciando el sentir de los demás y señalando como incuestionables las suyas, lo que lleva a una sociedad a la inseguridad y el desmoronamiento. El fanatismo, producto del dogmatismo, se plantea eliminar a los que se encuentran en las otras riberas, en las otras orillas.

Tenemos, en aras de progresos superiores e inteligentes como sociedad, admitir el carácter intercambiable de las ideas, y no internarnos en nada que nos lleve a lo banal y lo baladí, a todas luces perjudicial uno y otro aspecto en grado superlativo. Se impone centrarnos en lo cierto y concreto en cuanto a las soluciones mejores en beneficio colectivo, en últimas lo que interesa para todos en contexto de desarrollo social y humano, crecimiento, buen gobierno, progreso e integral prosperidad. saulherrera.h@gmail.com *Abogado. Especializado en: Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contratación Estatal

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