Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

Los municipios, sobre todo cuando tienen que ofrecer turísticamente (y entre nosotros como departamento sería una oferta considerable), he considerado siempre que deberían asumirlo entre sus desafíos, auspiciarlo, impulsarlo, instaurarlo, implantarlo, implementarlo, fomentarlo, fortalecerlo y consolidarlo en todas sus formas como nivel de la administración pública y ser capaces de potenciar con tino esta importante actividad que presiona a nivel global para que sea facilitada por una gran cantidad de reguladores de todo orden, siendo ideal acoplarlos localmente teniendo en cuenta las propias realidades, necesidades y proyecciones, para apuntarle, apostarle y aportarle válidamente con los elementos que necesarios sean.

Importa aumentar el predominio del turismo, urbano y rural. El turismo camina mejor haciendo más atractivos los territorios a través de una lógica de revalorización y generando expectativas de mayores beneficios futuros. El capital internacional está a la búsqueda de alta rentabilidad, y lo encuentra invirtiendo en espacios que se promocionan como reclamo turístico. Esta importante y rentable actividad e industria del turismo se ha erigido como una solución socioeconómica de gran importancia que reaviva procesos de revalorización, impacta al aumentar generación de puestos de trabajo y creación de beneficios. Es solución que para que mejor sea, debe y tiene que cuidar de no pauperizar a los trabajadores turísticos, ni permitir que se degraden las condiciones laborales; como tampoco que se precariza el trabajo. Se trata de reavivar las economías sin destruir los entornos naturales y sociales necesarios para la reproducción de la vida, sobre todo donde se concentra como actividad.

Soy un convencido que la actividad turística es susceptible de ser normada, articulada, regulada, armonizada. hacer que el municipio pueda estructurarla con éxito y velar por dignificar vivienda, suelo y proteger los derechos de los trabajadores; ofensiva que ha de darse no solo en los despachos oficiales, sino en entornos académicos-empresariales para generar relatos positivos, demostrar sus bondades y afianzar que es una actividad que no genera apenas efectos nocivos sobre la sociedad.

Para hacer frente a dichas ofensivas, se debe articular un poder local capaz de ejercer un gobierno sobre el modo de producción turístico, siendo necesario no constreñir la apuesta municipal dentro de los márgenes de la administración local, en lo que interesa la investigación, la organización a todos los niveles, implantar modelos de economía cooperativa y utilizar los instrumentos de política pública que permite el municipio. Es desmontar lógicas institucionales que apoyan y otorgan privilegios al empresariado turístico, privilegios que se apoyan en supuestos beneficios sociales a la industria. Es desligar la institución pública de la promoción turística y pensar e implementar sistemas impositivos fuertes que provoquen una internalización de los impactos sociales del turismo y compensen la parasitación de servicios y bienes públicos.

En todos los casos, deben tenerse en cuentan también los instrumentos de planificación territorial debiendo ponerse al servicio de construir ciudades vivibles, así como la vida y su sostenibilidad como centro. No es viable la construcción de entornos urbanos mercantilizables, o la adaptación del territorio a las necesidades de consumo de quienes no viven en la ciudad, por lo que sería interesante reforzar los espacios de generación de conocimientos derivados de la investigación activista o militante, que se encarguen de bajar la ciencia a la tierra, para analizar y visibilizar los impactos reales de la industria turística e inmobiliaria sobre las vidas cotidianas de los habitantes de la ciudad. Importa igualmente transformar, facilitar y dar aire a la construcción de proyectos de economías alternativas y cooperativas en todos los sectores que se consideren más estratégicos para la reproducción de la vida. De la misma manera, impulsar y dejar que sigan aflorando organizaciones alternativas, que articulen adecuadamente el conflicto capital-vida que hoy se vive en las ciudades, y poner freno a los abusos cometidos por la propiedad y el patronato. El turismo, en este sentido, también puede ser una oportunidad para fortalecer la esperada cooperación entre las organizaciones laborales y las organizaciones en defensa del derecho a la vivienda. rubenceballos56@gmail.com *Jurista

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