Por Enrique Herrera Araujo

Sin duda, el gobierno de Iván Duque ha sido inusual pues antes de cumplir la mitad de su mandato empezó a hablarse de las elecciones presidenciales del 2022.

Los medios están volcando su atención a las próximas elecciones y los candidatos ya están formando sus equipos, por lo tanto, es probable que, pasado el pico de la pandemia, las campañas despeguen con fuerza.

Los candidatos deberán pronunciar discursos que apelen a las emociones porque vivimos en la cultura de las pasiones donde los argumentos racionales no son suficientes para conseguir votos. El asesor de comunicación y consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí señala que el voto no se piensa, sino que se siente. Votamos lo que sentimos dado que nuestras emociones condicionan la forma como entendemos e interpretamos el mundo. Sin duda, las emociones siempre han jugado un papel importante en la política, por ejemplo, el “Sí se puede” de Belisario Betancur le ganó a la fría campaña de Alfonso López Michelsen porque le dio más importancia a las emociones que a la razón.

En este sentido la conexión de la campaña con el elector debe ser emocional habida cuenta a que la gente consume hoy más que nunca emociones y son estas las que movilizan al electorado. Las consumen a través de medios digitales porque la comunicación digital es predominantemente emocional. Twitter es un ejemplo de ello.

Para movilizar las emociones los candidatos tendrán que aprender a navegar con propiedad en el mundo digital pues las redes sociales condicionan la vida, en ellas se hace y transita la política y son un medio eficaz para compartir emociones y pensamientos breves.

Su importancia es tal que la consigna de nuestro tiempo no es “pienso, luego existo”, sino “me conecto, luego existo”. Sin duda, las redes sociales y las plataformas de streaming mandan la parada en internet, así que los candidatos tendrán que adaptarse a los formatos de Facebook, Google, TikTok, Twitter y WhatSapp.

Muchos políticos han comprendido la importancia de las redes sociales y han aprendido a usarlas para ganar votos, mantener o elevar sus índices de popularidad y captar la atención de los ciudadanos y los medios de comunicación. Trump no habría llegado a la presidencia sin Twitter y sin Facebook y Petro habría desaparecido de la vida política de no ser por Twitter. La clave de su éxito radica en que ambos descubrieron que las redes sociales son el espacio perfecto para jugar con las emociones del electorado.

Además de apelar a las emociones del electorado los candidatos presidenciales de 2022 deberán presentar propuestas que permitan superar la crisis económica desatada por la pandemia. Para ello es fundamental que los candidatos se concentren en los temas que más interés despiertan en los ciudadanos, a saber, el desempleo, la pobreza, la corrupción y el orden público. El presidente será aquel que logre transmitir desde las emociones estos temas para de esta forma conectar a la ciudadanía con el mundo político. Es la economía estúpido, pero también, son las emociones estúpido; porque tal y como señala el psicólogo Drew Westen, el cerebro político es un cerebro emocional.

En este sentido el programa de gobierno, el discurso de campaña debe construir un relato emocional en el que la ideología le dé espacio a las emociones que son las que mueven más fácilmente al votante a la urna. Y también a la calle.

Por otro lado, los candidatos deben tener en cuenta que lograr que los electores cambien de opinión es una tarea titánica porque las redes les muestran a los usuarios más de lo que les gusta y, por ende, tienden a reafirmar sus creencias, posturas ideológicas y juicios de valor.

Para nadie es un secreto que cada vez es más común que los políticos se rehúsan a dialogar con sus adversarios y que los ciudadanos se niegan a discutir con personas que pertenecen al bando contrario.

Sin embargo, el tono belicoso y la falta de diálogo que caracterizan a los extremos ideológicos está fatigando a los electores al tener a la ciudadanía en una permanente confrontación. Es ahí cuando el centro puede ser el vehículo que una a los que están hartos de las extremaduras ideológicas. El centro cree en la importancia de negociar y encontrar puntos comunes con sus adversarios.

Como es natural, la tarea no será fácil, pues actualmente la ira, el miedo y la incertidumbre reinan en el mundo político y en las redes sociales. Para convertir estas emociones en esperanza, confianza y optimismo, los proyectos de centro deberán mostrar talante y no tibieza, encontrar las palabras que emocionen y construir un relato cálido y coherente que lleve a la gente a soñar con un mejor futuro.

Así mismo, tendrán que desafiar la crisis de los hechos. Es necesario que el electorado vuelva a confiar en la ciencia, los datos y la evidencia empírica, pues los “hechos alternativos” confunden a la población y dificultan el debate público.

Estados Unidos es un ejemplo de la gravedad de este fenómeno. Allí, la negación de los hechos ha cobrado tanta fuerza que la asesora de Donald Trump K. Conway apoyó al jefe de prensa de la Casa Blanca cuando dijo que la posesión de Trump había sido la más concurrida de la historia pese a que las fotos y vídeos demostraban lo contrario.

Sin duda, una de las tareas más importantes del centro es conseguir una comunicación efectiva con la ciudadanía a través de la comunicación emocional y mostrarse como el espacio, el lugar, que necesita el país para reencontrarse y construir un futuro común e incluyente en el que concurra la mayor parte de la ciudadanía.

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2 comentarios en «LA IMPORTANCIA DE LAS EMOCIONES»
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