JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA

Por: José Manuel Herrera Villa*

De conformidad con lo que viendo estamos en el mundo empresarial, todo parece indicar que la llamada pasión por el trabajo o por la creatividad relacionada con la productividad en su mundo se ha agotado como modelo. Todo indica que el 40% de la fuerza laboral orbital estaría pensando en renunciar a sus trabajos sin importar el pago que reciben en retorno y solo un escaso porcentaje de los empleados en ese universo está comprometido con el trabajo, lo que es preocupante.

Publicó el Foro Económico Mundial, un análisis sobre el tema trayendo a colación diversos estudios y mediciones, al tiempo de subrayar que cada vez más personas están renunciando a sus trabajos para experimentar negocios propios y trabajos no tradicionales que los acerquen a un mundo menos estresante y demandante, poniendo por encima y como prioridad la convivencia familiar y que la tendencia hoy se centre en vivir para el fin de semana, estar más pendiente del reloj y entender el trabajo como sólo un pago; lo que se agrava si tenemos en cuenta que las compañías enfrentarán la generación 1994 / 2010, representará en 2025 cerca del 30% de la fuerza laborar de los países OCDE.

Queda en el aire la cuestión de cómo deben resolver las empresas el comportamiento de esta nueva fuerza laboral que tiene demandas y necesidades radicalmente opuestas a las de sus anteriores generaciones.

Para el Foro Económico Mundial, es claro que la mayoría de la generación aludida no se opone a un trabajo corporativo, sino que no es propensa, como otras generaciones, a hacer concesiones por un lugar de trabajo que no se ajusta a sus valores. Esta generación se preocupa por la autonomía y el equilibrio entre la vida laboral y personal: casi dos tercios de la generación Z preferirían trabajar por su cuenta en una empresa nueva y aproximadamente, la mitad informa que renunciaría a su trabajo si interfiriera con su equilibrio entre el trabajo y la vida.

Hallazgos importantes, ya que se trata de una generación que elige trabajar en empresas que son congruentes con los valores que difunde. Rechazan emplearse en compañías que incurren en el pinkwashing, vale decir, que simulan tener políticas de diversidad, igualdad e inclusión, o en aquellas que no protegen el medio ambiente o en las que los salarios entre hombres y mujeres son dispares. Para el Fondo, es necesario que los líderes empresariales sean estratégicos para involucrar a la generación Z sin generar una disrupción en las demás plantillas laborales, lo que puede lograrse aupando un ambiente de independencia que facilite la creatividad de los empleados, pero bajo una nueva cultura empresarial reflejada, sí, en los modelos de las startups, o empresas de nueva creación que, gracias a su modelo de negocio estable y al uso de las nuevas tecnologías, tiene grandes posibilidades de crecimiento y está ganando fuerza últimamente.

Clave es entonces la flexibilidad para la retención de la generación Z, pues 2 de cada 4 personas de ellos prefieren el desempleo que quedarse estancadas en un trabajo no satisfactorio y la flexibilidad es una demanda surgida de los nuevos espacios de trabajo, a la par que desean opciones permanentes de trabajo flexibles y en contacto con personas y espacios de colaboración, resultando que la imposición de un modelo único sólo generaría inestabilidad y un impacto negativo en la productividad de las compañías. El compromiso real con la diversidad e inclusión debe abarcar identidad y orientación sexual, de lo contrario, el sector empresarial no estará articulado con el desarrollo.

*José Manuel Herrera Villa. jomahevi@gmail.com – Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo

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