RUIZ FRUTOS JULIAN MARTIN

Por: Julián Martín Ruíz Frutos*

Estupor creciente y real pena ajena genera ver como los más de nuestros dirigentes en los más de los niveles proclaman autoridad moral y política, incluso muchas veces hasta por encima de la ley, como casos se han visto. Confunden la popularidad que concede el populismo con lo que significa tener autoridad. Creer ellos tener autoridad no significa de ninguna manera tenerla realmente. Olvidan que la autoridad, sea moral o política, se gana no se autoproclama. De ahí que se dude de la autoridad moral de quien viola su compromiso de respetar la Constitución y la ley; es decir, de hacer cumplir lo legalmente magno que en ella se plasma; de ahí que se diga que no puede tener autoridad moral quien es incongruente, quien dice una cosa y hace otra, quien no predica con el ejemplo, quien a falta de autodominio se deja llevar por sentimientos viscerales descargando su ira y su odio, con la ofensa, la calumnia, la venganza, el desprecio o la persecución, contra quienes no piensen como él.

Razón por la que se dude igualmente de la autoridad moral de quien desconoce arbitrariamente las normas universales de convivencia que regulan el comportamiento humano, como es el respeto a la intimidad de las personas, puesto que quien no respeta la intimidad divulgando datos personales, no puede decir que tiene autoridad moral. Igualmente, de quién está en crisis permanente con la verdad. Soberbia, ambición y desenfreno le tienen pavor a la verdad y es que la verdad asusta porque compromete y reconocerla tiene sus consecuencias y ello da miedo. Es por lo cual que prefieran los tales sustituir la verdad por otros datos, los suyos propios. Padecen crisis frente a la verdad y confunden en consecuencia la realidad con la fantasía, distorsionan conceptos fundamentales como libertad, derechos de la persona, dignidad o moralidad, vaciándolos de su contenido y significado para acomodarlos a su propia conveniencia.

De la misma manera debe dudarse ciertamente de la autoridad moral de aquél cuya estrategia política es mentir sistemáticamente, reemplazar la tiranía por el capricho de lo que dicen, o por la arbitrariedad de un yo superlativo que acaba creyéndose sus mentiras en clara mitomanía. Consideran que siempre hay que cerrarle el paso a la verdad y que siempre hay motivos, nunca razones suficientes capaces de confrontar los interrogantes de los demás; de ahí que evadan la transparencia y la rendición de cuentas aludiendo a su seguridad, cuando en realidad, es en defensa personal.

Viven desorientado así mismo frente al bien, son incapaces de reconocer lo bueno en sí mismo, si no se traduce en afectos y votos a favor de lo que políticamente representan para su movimiento. Otra razón por la que se duda seriamente de la autoridad moral de quien le apuesta a la ignorancia del pueblo esquilmando el presupuesto en educación y son capaces de de castigar investigación, ciencia, tecnología e intentan sustituir la historia y la biología por ideologías obsoletas, y no visualizan ni dimensionan lla innovación pensando en el porvenir. En definitiva, dudarse debe de la autoridad moral y política de quienes intentan eliminar los contrapesos para imponer la tiranía de un poder absoluto: el suyo y nada más que el suyo. julianruizfrutos@hotmail.com

*Abogado. Especializado en Derecho Laboral

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