Por: Periódico El Derecho

Fernando Denis, seudónimo de José Luis González Sanjuán. Poeta y traductor colombiano, nacido en Ciénaga, Magdalena. (1968). Vive inmerso en el mundo ideal de su propia metáfora, misma que genera y recrea con suficiencia vital, llevándolo a crear un universo personal que como se ha dicho, resuena en las aguas de la Ciénaga y en los mares del mundo.

Autor de “La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner” (1997), considerado uno de los mejores libros publicados en Colombia durante el siglo XX; “Ven a estas arenas amarillas” (2004); “El vino rojo de las sílabas” (2007); “La geometría del agua» (2009), presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires, y en Maguncia, Museo de papel, grabado y estampa de Argentina; “Los mosaicos de Babilonia” (2017); y, “Los cinco sentidos del viento” (2017), del que dijo Marcos-Ricardo Barnatán: “En un libro complejo y suntuoso, Los cinco sentidos del viento, el verso de Fernando Denis encarnado en mujer se reescribe, viaja, busca y se pierde en una laberinto caleidoscópico plagado de bellos hallazgos verbales. Una empresa original y culta que nos lleva de la mano a aquello que creíamos inaccesible: “los santuarios del lenguaje”.

Su poesía despertó desde sus inicios un inmenso como creciente interés dentro y fuera del país. Protagonista de uno de los acontecimientos editoriales de 2017 en Colombia con la colección literaria Zenócrate, poesía y cuento, que lideró, con más de medio centenar de libros publicados. Ha sido traducido al inglés, indi, francés, alemán, portugués y ruso, lo mismo que aparece en distintas antologías regionales, nacionales, latinoamericanas y universales. Contemporáneos como Wiññiam Ospína (Premio Rómulo Gallegos 2008), Juan Gustavo Cobo-Borda, José Ramón Ripoll, José Luis Rivas, Luis Antonio de Villena y Marcos-Ricardo Barnatán, coinciden en señalar que es este poeta una de las voces actuales más originales en la poesía de América Latina.

Se preocupa también por el paisaje exterior, como el que contienen las tonalidades de la naturaleza. Algunos de sus poemas se inspiran en las pinturas crepusculares de William Turner. La cadencia y la sonoridad de sus poemas recrean imágenes, músicas y conceptos decimonónicos como eñ prerrafaelismo, corriente artística de la era victoriana que el autor declara seguir; en algunos versos como el de los monólogos de sus personajes femeninos, las voces tienen mucha fuerza íntima.

La embajada de Colombia en Delhi y la Academia de Letras de la India, Sahitia Akademy, editaron sus poemas en inglés y lo condecoraron como el mejor poeta vivo de su país y una voz literaria sobresaliente de las letras contemporáneas. 

Ha querido ser siempre el mejor amigo de las palabras, esos símbolos que, en su decir, esconden algo más grande que la felicidad, un secreto, una reliquia, una excesiva belleza que le da la oportunidad de encontrarse consigo mismo y toda la esencia de la divinidad, de la naturaleza, pues considera las palabras diamantes que perderán su trivialidad y su exceso de uso, para convertirse en algo mágico para cada uno.

Considera su Ciénaga Grande como una especie de paraíso perdido, un lugar al que las palabras siempre vuelven. El paisaje de la infancia, ese que leímos con más asombros, es símbolo de todos los paisajes del mundo.  Puedes olvidar París o la India, pero jamás olvidarás Ciénaga y su incesante sueño ecológico porque es la única imagen que nunca se agota.

Admirador de Pessoa, Cavafis, Borges, Octavio Paz, Saint-John Perse y su mar que nunca acaba, Walcott, quien reescribió el mar y su historia y la poesía de Antonio Colinas, Rossetti, Czeslaw Milosz, Kipling, Edmond Jabés; y otros muchos que viajan con él y los considera una legión, una liga de amigos inseparables que nunca lo han traicionado y seguro ya nunca lo traicionarán.

Refiere que, como editor, edita libros que le gustaría leer, del mismo modo que escribe libros que le gustaría leer. Así mismo siente una pasión inmensa en la escritura, que vive como una experiencia sutil y maravillosa. Como maravillosa considera a su abuela, una señora analfabeta venida de las riberas del río Magdalena, una especie de Mamá Grande en su barrio, a quien todo el mundo le debía favores y era dueña de una presencia turbadora y un mal carácter que a él le encantaba, que siempre lo apoyó en todo sin saber si estaba creando un genio o un monstruo como dice en sus propias palabras, pero que esa complicidad lo asombraba siempre y a ella le debe todo lo que es y cada palabra que no pudo escribir él se ha encargado de arrancársela al universo. Aquí dos muestras de su genio creador.

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