Economista Omar Escobar

Por: Ec. Esp. Omar Escobar

A estas alturas del partido, más convencido estoy que el sueño ideológico no es más que un señuelo para las masas, el Estado un instrumento del “statu quo” y la política el arte de subyugar por parte de los “elegidos”

En consecuencia, tomar los términos élite y/o constelación, para referirse a los “elegidos” es lo conveniente para explicar la arquitectura del poder en Colombia. El término “élite” es un concepto sobre el cual hay un bagaje de estudios teóricos y empíricos desde Karl Marx, Pareto hasta los contemporáneos como Robert Dahl y Bourdieu (1996), lo que demuestran la existencia de varias corrientes. Para resumir, las “élites”, son un individuos, familias o redes que tienen la capacidad de dictaminar, reproducir, disputar y transformar los principios de dominación en una sociedad. Sin embargo, la teoría contemporánea establece que no existe una única élite homogénea, ya que con frecuencia se presentan desacuerdos y conflictos sobre la definición de los principios de dominación. En contraposición a la teoría elitista, Mike Savage y Georgia Nichols (2017), desarrollaron el concepto de “constelaciones”, que da cuenta de la existencia de diferentes agrupaciones de élites que pueden estar interconectadas, pero esto no significa que estén superpuestas. “Las constelaciones permiten tomar en cuenta las disputas al interior de cada
agrupación, así como entre diferentes agrupaciones de élites que pretenden dictar los principios de dominación”. Los autores destacan que es necesario ir más allá de las concepciones economicistas de las élites para reflexionar más sobre la “agrupación de élites”. De allí que quiérase o no hay que retomar el viejo concepto de “clase social” para los análisis sociológicos y económicos de la desigualdad y la pobreza frente al imperio de los elegidos.

Así nuevamente viene a mi mente la “ÉLITE OLIGÁRQUICA”, término griego que se refiere a cuando los más adinerados empiezan a reclamar el derecho a mandar precisamente porque tienen la capacidad de dirigir el rumbo de la economía (Winters, 2011). Por eso, acuñamos el concepto de “élite oligárquica” para referirnos a aquellos individuos que concentran desproporcionadamente la riqueza en una sociedad y utilizan diferentes recursos de poder para moldear las decisiones del Estado y la opinión pública.

Por otra parte, resulta importante dar a conocer que, en los últimos 40 años, la mayoría de los integrantes de las élites se educaron en colegios como el Gimnasio Moderno, el Colegio San Carlos, el Colegio San Bartolomé y luego siguieron el pregrado en la Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad de Los Andes, el Externado y el Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario. En esta sociedad multicultural, la primacía social y cultural de los hombres blancos que nacieron en la región andina fueron educados en las universidades privadas de Bogotá y Medellín y coincidencialmente son las personas más ricas del país. Por ello, la política económica durante el siglo XX fue dirigida por hombres blancos de Antioquia, Bogotá y el eje cafetero, mientras que la participación de las mujeres en cargos ministeriales solo fue del 3%, dice el estudio.

En Colombia, se han identificado a 1.281 personas que pertenecen a las élites colombianas en las últimas tres décadas. Esto permitiría inferir que el 0,02% de la población ha dirigido el rumbo del Estado y la economía.

Caricatura de Matador

Caricatura de Julio César González,- Matador –

Según el trabajo académico de Jenny Pearce y Juan Velasco, la élite política en las últimas tres décadas estuvo conformada por 771 personas que ocuparon los cargos de mayor jerarquía en el ejecutivo (presidencia, ministerios de defensa, del interior, de justicia, de minas y energía, de relaciones exteriores y gobernación), el legislativo (congresistas con dos o más reelecciones) y los organismos de control – ministerio público (Contraloría, Defensoría del Pueblo y Procuraduría).

La élite oligárquica aparece conformada por 46 personas que disponen de la mayoría accionaria o la propiedad de los principales conglomerados o grupos financieros: Grupo Aval, Grupo Empresarial Antiqueño (Sura, Nutresa, Argos y Bancolombia), Grupo Bolívar, Grupo Empresarial Olímpica, Grupo Santo Domingo, Grupo Mercantil Colpatria, Grupo Gilinski y Organización Ardila Lülle. Estas personas inciden en la opinión pública a través de la adquisición de medios de comunicación de alcance nacional (El Tiempo, Semana, Caracol, RCN, etc.).

Se han identificado 68 familias cuyos miembros han permanecido en altos cargos estatales en las últimas tres décadas. Es por ello que el aparato judicial también hace parte de la arquitectura del poder: al menos 360 personas que fueron elegidos como fiscales generales de la nación, y magistrados de la Corte suprema de Justicia, la Corte Constitucional, el Consejo de Estado, el Consejo Superior de la Judicatura, la Comisión Nacional de Disciplina Judicial y el Tribunal Especial de Paz de la JEP. La élite tecnocrática fue integrada por 49 personas que ocuparon los cargos de ministro de hacienda, director del Departamento Nacional de Planeación, gerente general y miembro de la junta directiva del Banco de la República.

Con tanta acumulación de capital, muchas veces, usufructuado con recursos públicos, es comprensible que la alta dirigencia del bipartidismo tradicional y la Iglesia católica, hayan sacralizado la “propiedad privada”, incluso defendida por lo pobres que no tienen nada. Ahora la expropiación con fines redistributivos es una actividad vetada y censurada por las élites. La evidencia histórica indica que cuatro intentos de reforma agraria fracasaron por coaliciones políticas que las frenaron (López Pumarejo, Lleras Camargo, Lleras Restrepo y Santos), no paso lo mismo en Taiwán y Singapur. Hoy el señor Petro, ridículamente tuvo que ir a la notaría a firmar acta para no caer en pecado capital.


Así que el materialismo no es de los mamertos comunistas sino de las sagradas elites, que a través del “clientelismo” – eje ordenador de las relaciones políticas y sociales en Colombia- se consolidó en una cultura de intercambio de fidelidades y votos, por acceso privilegiado a los bienes y servicios que provee el Estado – otros lo llaman: “la política de amigos” y las “mermeladas”, pero en términos diplomáticos los “auxilios parlamentarios” y “cupos indicativos” que fueron necesarios para reelecciones o aprobación de leyes como el Acuerdo de Paz en el Congreso, o la supresión de la ley de garantías durante el gobierno Duque, solo por mencionar algunos ejemplos.

La estrategia de las elites o constelaciones para mantenerse en el poder fue la rotación del poder a través de la democracia representativa, razón por la cual Colombia hizo parte de la primera ola de emocratización en el mundo según los estudios de Samuel Huntington, demostrando el gran compromiso de las élites con este régimen político. Si bien la alternancia en el poder ha sido entre fracciones de las élites liberales y conservadoras adscritas a tendencias ideológicas de centro derecha y derecha; la elección de Gustavo Petro, un exguerrillero, es una excepción de clase, más no del sistema democrático, entendido como factor de dominación.

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