JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA

Por: José Manuel Herrera Villa*

Fortalecidos y con nuevos bríos debemos estar mentalmente para escoger lo que mejor convenga a nuestros pueblos y a nuestras gentes. Pensar con nobleza y respeto en favor de todos comunitariamente hablando, si en realidad y verdad queremos preservar la libertad, la democracia, el respeto a la ley, la solidaridad, el bien común, la justicia social, la economía política y el buen gobierno (conceptos siempre pisoteados y desprestigiados), lo primero que tenemos que hacer es asegurar el triunfo de candidatos que sean capaces de conducir nuestros pueblos por los senderos mejores hacia puertos seguros de una integral y duradera prosperidad.

No podemos seguir perdiendo la oportunidad de recuperar nuestros pueblos de quienes vilmente lo han destruido; de ahí que tarea inaplazable sea recuperar la nación, vencer precisamente a quienes han causado tales situaciones derivadas en desmanes, lo que los hace enemigos a vencer, siendo en consecuencia el desafío, optar por las mejores opciones, lo cual es lo que debe respaldar la ciudadanía.

No es ni ha sido nunca mi intención enjuiciar el comportamiento de quienes han venido actuando en la política local y departamental, seres a quienes muchos califican como limitados y llenos de defectos innombrables; sino más ahondar en la responsabilidad moral que nos ha de corresponder como ciudadano común para elegir con rectitud de conciencia a quienes nos vayan a gobernar y cogobernar durante el próximo cuatrienio en lo municipal y departamental.

Se trata qué actuemos con criterio recto a la hora de elegir candidatos, hacer una distinción formal entre la ética personal, que consiste en conseguir el bien superior, y la ética política, cuyo fin es alcanzar el bien necesario que garantice la convivencia social, es lo que vale la pena tener en consideración movidos por la conciencia y el conocimiento que de ellos tengamos; más cuando ante los desajustes sociales, importa sobremanera conservar y proteger a la familia como motor que nos mueve, el amor a Dios, a nuestra patria y a nuestro prójimo; ya que el deber de todos es trabajar por conservar la autonomía, la integridad y la autoridad de las instituciones de la sociedad civil que promuevan el bien común.

Importante es también candidatos que se comprometan a trabajar en la conservación del medioambiente, las costumbres, las tradiciones y la cultura, lo mismo que el patriotismo y el amor a la patria. Conservar la memoria histórica nos impide caer en los errores del pasado. Es buscar ser representados por quien o quienes mejor nos garanticen el resguardo de nuestros fundamentales valores; especialmente, por cuánto las coyunturas políticas por las que atraviesan nuestros entes territoriales no son las mejores, ya que en ellos están aferrados al poder los causantes de sus desgracias. No elegir el bien ni a los mejores, sería un acto irresponsable y moralmente reprobable. De otra parte, votar por un candidato con escasa o nula probabilidad de ganar, obstruyendo el triunfo posible de un candidato de valía que garantice avances, según dicta la ética política, lo necesitamos para ver si vivir podemos con la dignidad que como ciudadanos merecemos.

*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo

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