lisbeth barraza escorcia

Por: Lisbeth Paola Barraza Escorcia*

Considero, como muchas voces que se alzan contundentes en tal sentido, que no se justifica bajo punto de vista alguno que la calidad de vida de las personas decrezca, y menos, cuando las causas verdaderas que generan cambios radican en encontrarse al borde de una necesidad o urgencia. Muchas son las familias en nuestro medio que no cuentan con un presupuesto para lo básico, comida, descanso, salud, recreación y lo más inherente a la vida misma, lo que daña toda la cadena de equilibrio y desarrollo social que acompaña a cualquier territorio. Es pérdida que tiene su razón de ser debido al acelerado deterioro que acusamos y debido a la inseguridad absoluta e impune que malogra la posibilidad de nuestros objetivos de vida.

La falta de lo más básico, asunto que soslayan los políticos, es lo que genera la disrupción. El punto es que se ha tocado a aquellas personas para quienes era un orgullo escalar por medio de su educación, esfuerzo, ascenso económico y social; y a la que se pretende regresar al mismo sitio del que partieron sus ascendientes, es decir, la pobreza, al arrebatarles sus empleos, ya fuere mediante la exacerbación de normativas que agotan el espacio de las empresas formales; o bien, la inutilización de sus actividades privadas, lo que bien puede arrastrarnos a un panorama caótico.

Así como lo referido, muchas son las situaciones que nos llevan a inseguridades, tales como la reducción de empleos de calidad y el incremento de derechos laborales por cuestiones políticas, sin tomar en cuenta la realidad económica del país, configurando un mayor menoscabo de derechos laborales, además de salarios de pobreza, lo que afecta la capacidad de comprar cosas básicas, de sostener un hogar, de poseer una vivienda digna, lo cual se debe a la apropiación de ingresos privados mediante impuestos impagables a trabajadores y empresas formales; así como incrementos en salarios y derechos, que tienen un costo financiero inalcanzable, lo que discursivamente suena bien, pero que en la realidad crea desventajas frente a un crecimiento del área informal, y con ello, la desestabilización de los procesos sociales, y productivos.

No debe ni puede seguir erosionándose nuestro presente ni comprometiéndose nuestro porvenir, que, bien como afirmaba Winston Churchill, “Aunque la estrategia sea hermosa, ocasionalmente deberías ver los resultados.”; razón por lo que sea tiempo ya que se haga una política clara, de resultados inmediatos, que hablemos de logros para nuestros hogares, casas, barrios, municipios, departamentos, regiones y todo el país. No más seguir percibiendo como se roban el porvenir, lo que tiene que invitarnos a que despertemos de una vez por todas, so pena de sumirnos irremediablemente hacia lo malo, pésimo y peor.

*Lideresa Social Comunitaria. Conferencista. Tallerista

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