JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito

Reza un muy conocido refrán popular, “En río revuelto, ganancia de pescadores”, y así de revuelta ha transcurrido desde hace ya algún tiempo y transcurre hoy entre nosotros la vida política, al no discurrir ella con la facilidad como debiera a lo largo de las riberas del deber ser administrativo público, debido a toda una serie de abusos, autoritarismos, demagogia, mentiras, populismo, desordenes, yerros y desvaríos a todo nivel y en las más de las asignaturas, entre otras incoherencias e inconsistencias que no tendrían, en un trasegar civilizado y en convivencia, ninguna razón de ser, desatinos que consignados quedan en virtuales interacciones y medios de difusión.

La virtualidad en la actualidad ha dejado notificado que también se ha convertido en página (indeleble si se quiere) que contiene tesoros de información que nutren confianzas y desconfianzas, lo mismo que pone bajo la luz pública aquello que se suponía había sido guardado en complicidad, a lo que cada quien impondrá su miopía o claridad dependiendo del cristal con que se miren los actos que muchas veces se convierten en altaneros pregones esquineros.

Es tal lo fangoso y putrefacto de la situación desordenada que vivimos actualmente, que nadie cuestiona que la mentira, en las oscuras aguas de la política, es y se ha constituido en uno de los mejores recursos con los que cuentan las mentes menores, mismas que se encargan con pasión malsana desde el poder, a dañar y encubrir con la natural habilidad que asiste a los inferiores, fingimientos y simulaciones, lo que nos permite decir que somos muy simples y que tan sujetos estamos a la necesidad, que el que engaña artificiosamente siempre encuentra a quien engañar, como lo estamos viviendo.

Ellos, dirigentes y conductores de nada, además de engañar, acuden a la mentira, fea costumbre con que logran variar el pensar y sentir de la gente hacia sus conveniencias, lo que adoban con calculado populismo, que, dado el consentimiento de las gentes, los lleva a confirmarse en su creencia como grandes mandatarios, siendo un todo superficial y vulnerable. Pena grande que nos ha llevado como sociedad a acostumbrarnos a la mentira política, misma que pasa frente a nosotros como si nada, le damos vuelta a la página y aceptamos impávidos como algo natural y sin reaccionar. Muchos aplauden estos hechos de manera jubilosa y hasta los justifican en un claro actuar y festín de eunucos mentales, lo que es a todas luces inadmisible, sobre todo por contribuir ello a seguir inmersos como estamos en un estado de cosas que traduce lamentaciones. ¿Será eso lo que queremos?. saramara7@gmail.com

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