Dr. Iván Bohórquez Zapata

Por: Iván Bohórquez Zapata*

ÉTICA Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA (II)

Los ciudadanos estamos hoy en capacidad de ser un veedor de la función pública y quien la ejerza debe propender por realizarla con ética y transparencia, de allí la importancia de resaltar la relevancia que tiene la ética aplicada a la función pública y mostrar que, si los funcionarios cumplen, normas y procedimientos necesarios para el desarrollo de un servicio al público, será siempre eficaz, eficiente y efectivo.

La ética en la administración pública es la solución para que la gestión se dé orientada hacia los intereses colectivos y no el interés privado, lo cual no se podrá obtener sin formar a los servidores públicos en sólidos criterios de conducta ética, por lo tanto, el comportamiento correcto de éstos es una condición necesaria para lograr un mejor nivel de vida y un adecuado desarrollo de los ciudadanos con un país competente para el mundo.

Los conflictos de la persona se plantean una y otra vez, y la opción de obrar bien o mal se presenta permanentemente. El ejercicio del poder público está presente siempre cuando se adjudica la licitación, se elige un funcionario, se ejecuta el presupuesto público, pero es decisión del funcionario que se esté acorde con el código de ética la realización de esta función o simplemente simulan una legalidad que no existe.

La función pública implica servicio a la ciudadanía, por lo que debe mantenerse la confianza en la administración y sus instituciones. Al tiempo de elevar la calidad de la administración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos, determinante para llegar a ser un país desarrollado y con altos estándares de calidad en la prestación de servicios, lo que obliga pensar en el propio bienestar y empezar a pensar en el bien colectivo.

Hay que dejar de hacer normas, códigos y documentos que no se ponen en práctica y encontrar mecanismos que permitan realizar un adecuado control para que quien o quienes estén fuera de ética y la transparencia reciban el condigno castigo. Los ciudadanos están cansados de la corrupción, que vulneren sus derechos, afirman que los servidores públicos solo sirven para robar desvirtuando completamente la actividad real por la cual existe la función pública. Todo este conjunto de circunstancias alienta, a su vez, a actores de la política interna que ya no encuentran suficiente su labor nacional, sino que consideran necesario complementar mediante esfuerzos conjuntos para la expansión de las cuestiones de ética para prevenir la corrupción que somete a los estados y a sus dirigentes al riesgo de un cierto desprestigio de no armonizar al ritmo internacional anti-corrupción.

Deja esto en claro que cualquier intento por fomentar la ética pública es de vital importancia para recuperar la credibilidad en la función pública, siendo necesario reforzar los hábitos y el espíritu de servicio. Esta tarea es la que compete a una ética pública, a efecto de generar convicciones, forjar y alimentar hábitos desde los valores y las metas que justifican su existencia. Así con absoluta seguridad serpa la petica un bastión importante de nuestra civilidad.


*Iván Bohórquez Zapata. ibozap@yahoo.es – Administrador Público. Especializado en Gerencia de Proyectos de Desarrollo. @ivnBohorquez

Tema relacionado: ÉTICA Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA (I)

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