Francisco Javier Vásquez Asencio

Por: Francisco Javier Vásquez Atencio*

Preocupa al mundo el calentamiento global y el cambio climático, cuyas causas refieren en especial a los seres humanos, teniendo sus consecuencias efectos económicos y sociales graves, además del ya sufrido desastre ambiental. Los humanos definitivamente generamos problemas ecológicos por no respetar el orden de la naturaleza y creamos afectaciones humanas por no respetar las leyes de su propia constitución. Quema de combustibles fósiles, emisiones contaminantes, tala de bosques, uso indiscriminado de fertilizantes con nitrógeno que generan mayores concentraciones de dióxido de carbono, metano y ozono, altera la distribución de gases en la atmósfera y deviene en calentamiento global, son parte de ese daño que causamos. Toda acción tiene reacción y el globo terráqueo tiene reglas de funcionamiento que al excederlas acarrea siempre un desorden de inmensas repercusiones.

Las consecuencias son muchas, tales como el aumento de la temperatura de los océanos, el retroceso glaciar, las extinciones masivas de flora y fauna, los fenómenos meteorológicos extremos, el problema del agua que ya acusamos, por citar solo unos pocos, amén de efectos sociales y económicos que incluyen expansión de enfermedades, inundaciones, migraciones e impacto en comunidades vulnerables.

Y si bien se ha incrementado últimamente la conciencia sobre dicha problemática, ideado planes y acciones concretos, insistido en la necesidad de conservar la energía, fomentar la que es renovable y crear economías y energías bajas en carbono, entre otras muchas medidas, es mucho y más lo que falta por hacer. El ser humano tiene también reglas internas que le permiten mantener ciertos equilibrios y que, si las altera, afecta su composición, con mayor o menor grado de evidencia, lo que igual acontece con las normas de convivencia, que cuando se rompen, la sociedad sufre. El ser humano necesita el contacto social, siendo la norma social primera respetar la vida propia y la de los demás para que el efecto social no sea más lo terrible que estamos viviendo.

La preocupación sobre un desastre antropológico tiene que ver con numerosos campos de exploración científica, tecnológica, biológica, etc., que pueden tener beneficios, pero también romper el orden humano y generar efectos secundarios. La lección aprendida con el desastre ambiental podría marcarnos ciertas pautas para no generar un desastre antropológico y sociológico. Realidades como el metaverso, la inteligencia artificial, la experimentación médica, la fecundación artificial, las alternativas para modificar nuestro cuerpo, los nuevos modelos sociales, por mencionar algunos casos, conviene analizarlos muy bien en sus límites y efectos sociales, humanos y económicos.

Y así como la interacción desordenada con la naturaleza trae consecuencias, también el uso desequilibrado de la libertad en el ser humano genera facturas. El alarmante estado actual de la salud mental de las poblaciones, las numerosas depresiones y ansiedades son en parte consecuencia de esta falta de respeto a nuestra propia constitución. Nos hemos fijado mucho en el problema ecológico, pero igual debemos hacerlo con las muchas acciones que provocan el deterioro humano, menos visible tal vez, pero igual o más preocupante. Del desastre antropológico se habla mucho menos y su conciencia en las agendas políticas, sociales y educativas es menor debiendo ser una prioridad que genere estudio, análisis, causas, consecuencias y las acciones para evitarlo o controlarlo.


*Francisco Javier Vásquez Atencio. Administrador de Empresas. Especializado en Recursos Humanos. Especializado y Magister en Gerencia Social. francisco.vasquez.atencio75@gmail.com @franvasquez06

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