JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA

Por: José Manuel Herrera Villa*

Siempre para los países importará avanzar con prontitud e impulsos contracíclicos de corto plazo para la economía, lo que implica que tanto gobierno como sector privado trabajen articulada, armoniosa y fuertemente en políticas que apoyen e incentiven la dinámica del sector de la vivienda y de la infraestructura, por sus potenciales en materia de contratación de mano de obra y encadenamientos con otros sectores y, por otro lado, que el gobierno avance en estrategias para la profundización del crédito para las actividades de la economía popular apoyando a la banca privada con las herramientas de la banca de redescuento y las garantías, lo que siempre será válido y benéfico.

Igualmente, hay que pensar en una estrategia de mediano plazo, que debe tener como objetivo alcanzar sendas de crecimiento de al menos 4% real anual para poder avanzar en mayores beneficios socioeconómicos para la población. Se trata así de emular lo que ya hicieron los “tigres asiáticos” hace cerca de 50 años y, más recientemente, en nuestro vecindario Chile con una expansión sostenida en las últimas cuatro décadas (hasta 2019), o Perú en los últimos diez años. Estrategia que debe tener claro que no se puede seguir creciendo como lo hacíamos en el pasado, ya que hoy es esencialmente imperativo avanzar en un crecimiento sostenible que garantice una transición ordenada hacia una economía baja en emisiones de carbono.

Para que lo cual implique restricciones en la tasa de crecimiento debemos avanzar, por un lado, en el cuidado de nuestra economía actual pero llevándola hacia estándares sostenibles, a través de la promoción de sectores tradicionales e importantes para la mano de obra y la demanda interna como la industria, el comercio o la construcción y, por otro lado, desarrollando nuevos sectores que tienen fuerte potencial de crecimiento: listado en el que sobresalen, entre otros, la agricultura con toda la capacidad de la altillanura, el turismo, los servicios de software y conexos a la transformación digital, la industria exportadora que debe buscar su relocalización cerca a los puertos, y las energías renovables no convencionales siendo importante en esto lograr tres condiciones necesarias, como son: la estabilidad macroeconómica, que minimice la incertidumbre para la inversión; el crecimiento de la productividad agrícola, empresarial y laboral; y, por último, garantizar la seguridad en todo el territorio nacional, pues mucho de este potencial está en zonas tradicionalmente poco seguras y con baja presencia estatal.

Con todo, si bien es necesario avanzar en planes que impulsen la economía en el corto plazo, también es indispensable diseñar una estrategia de más largo aliento. Esta se debe centrar en políticas que garanticen la estabilidad macro y la seguridad, y que promuevan el incremento de la productividad. Sin esto no podremos dar un salto en materia de crecimiento en la búsqueda de los logros sociales que necesita el país.

*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo

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