Por Enrique Herrera Araújo

@enriqueha

El mundo agrícola, el que tiene futuro, sólo tiene un camino: ser verde y digital. Necesita ser disruptivo.

El nuevo presidente de Colombia debe presentarle esa agenda al ciudadano colombiano y abordar el principal desafío del agro: las bajas condiciones sociales, económicas y ambientales para generar competitividad. El mayor desafío  del agro es la baja competitividad. Y debe, a la vez, el candidato, ofrecer en campaña, dos seguridades: la jurídica y la del orden público y social.

La  baja productividad agropecuaria es uno de los principales determinantes de la competitividad y en Colombia según el Consejo Privado de Competitividad, la tasa de crecimiento de  productividad total de los factores es del (0.6%),  una de las más bajas de América Latina y el Caribe que es del (1.8%) y es menor al promedio mundial (1.9%)  y, por otra parte, Colombia se ubica en el puesto 20 de 25 en el índice de competitividad agropecuaria desarrollado por el Departamento Nacional de Planeación.  

En tiempos de revolución tecnológica, la inversión en inteligencia artificial y la digitalización definirán el grado de desarrollo no sólo de los países sino también de las empresas y del agro. La brecha digital jugará en la desigualdad un papel importante porque la tecnología será, para el que la aplique, una ventaja competitiva.

Así pues, el campo necesita invertir en agrotecnología —agro tech— en zonas rurales, pues la innovación tecnológica ha sido —desde el arado y los bueyes— uno de los motores principales del aumento de la productividad agrícola a lo largo de la historia de la humanidad.

Por su parte, la agricultura verde impulsada ahora por el Covid-19 está abriendo   nuevos hábitos de consumo -por las nuevas agendas de los jóvenes, la preservación del medio ambiente  y el envejecimiento de la población del mundo- y, por o mismo,  la agricultura orgánica y saludable  está ganando  mercado  en las mejores vitrinas de sectores pudientes; además es una agricultura con buenos márgenes de rentabilidad. Colombia puede declarar, como lo hizo Estonia, una meta para producir en 10 años una cantidad X de hectáreas en cultivos orgánicos.

La ONU está clamando para que los países declaren la emergencia climática para ser carbono neutral; y la agricultura verde y regenerativa y los negocios verdes pueden contribuir a  la lucha contra la deforestación y la captura de CO2.

El campo para el nuevo agro es amplio. Hoy día Colombia tiene la posibilidad de ser líder mundial con una serie de productos porque que tal y como dice  Enrique Copete, el aguacate puede ser el café del siglo XXI y posee una serie de  prospectos rentables  con el cacao; las especies con grasas saludables; las frutas tropicales, andinas y amazónicas;  las plantas aromáticas  entre otras, porque  con la tecnología tal y como anota Gustavo Grobocopatel :“las plantas empiezan a transformarse en fábricas, es decir, una planta que hasta ahora producía granos, empieza a producir energía, empieza a producir bioplásticos, empieza a producir moléculas, enzimas, ingredientes…productos de uso industrial”.

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