Periódico El Derecho

Entendemos por cultura, de conformidad con Darcy Ribeiro, “…la herencia social de una comunidad humana, representada por el acervo compartido de modos estandarizados de adaptación a la naturaleza, para proveerse de subsistencia, de normas e instituciones reguladoras de las relaciones sociales y de los sistemas de conocimiento, de valores y de creencias con los que sus miembros explican su experiencia, expresan su creatividad artística y se motivan para la acción. Así concebida, la cultura es un orden particular de fenómenos caracterizados por ser una réplica conceptual de la realidad, simbólicamente trasmisible de generación en generación, bajo la forma de una tradición que provee modos de existencia, formas de organización y medios de expresión a una comunidad humana»; 1

Política pública en tanto, es aquella que se inscribe como un proceso de planeación que define una visión de largo plazo que sobrepasa los periodos de administración de los gobiernos y orienta el proceso de cambio frente a realidades sociales relevantes; y, es su propósito y principales áreas de análisis los beneficios y repercusiones en la sociedad, el desarrollo social la economía, la infraestructura y expansión de las vías generales de comunicación, de las telecomunicaciones, del desarrollo social, de la salud y de la seguridad pública, entre otras.

Es claro que la cultura es un hecho social integrado por relaciones, en un contexto en el cual existen diversos órdenes que reúnen en sí las diversas actividades humanas. Este hecho social plural es reputado como ámbito en donde ocurren esas constantes interrelaciones. Ahora bien, en el ámbito social interactivo tienen lugar las acciones que suponen los diversos sistemas definidos, en ellos participa una pluralidad de actores que se mueven en espacios, bien sean públicos, privados o mixtos, relacionándose permanente o circunstancialmente.

Hoy por hoy, nos encontramos en ámbitos sociales en donde se ejecutan hechos e interacciones entre actores, que tienen carácter general y amplio. Y, al especificar un carácter particular, se define el tipo de relación objeto de la acepción, lo que lleva a que se restrinja, entonces, el hecho social a componentes específicos del sistema asociativo, en el particular de las interrelaciones que se generan al producir e intercambiar bienes permanentemente. Por lo que estas interrelaciones se caracterizan por un tipo especial de mecanismos de intercambio. En este punto nuevamente particularizamos aún más el tipo de interrelación, al definir un tipo único de bienes como objetos que se intercambian en aquel ámbito asociativo.

Este tipo de bienes proviene del sistema ideológico y son aquellos bienes producto de la creatividad cultural, son los bienes y servicios culturales, de carácter simbólico, generados por los creadores y ofertados en aquel ámbito social. Los intercambios de este tipo de bienes se rigen por mecanismos que es necesario caracterizar y describir, provenientes en buena medida de la teoría económica en lo atinente a la forma en que se suceden los intercambios entre los creadores culturales y el resto de los actores que los demandan, consumen y se apropian de ellos; y, un Estado que interviene de diversas formas regulando el proceso.

Lo planteado, como se observa, contiene pluralidad de elementos provenientes de diversas acepciones y visiones teóricas respecto de cultura, que se amalgaman para delimitar y acotar un concepto operativo, el cual se enmarca en otro más general que sirve como referencia. La definición es el punto de partida para proceder a observar la realidad que traduce la cultura en el ámbito social referido, identificando los actores que intervienen en los intercambios que ocurren, describiendo los procesos creativos y los bienes y servicios generados por los creadores, caracterizando los mecanismos que determinan la cantidad de bienes y servicios culturales demandados y el consumo de tales bienes y los impactos que tales intercambios tienen en los procesos de conformación del capital cultural, todo estos componentes son el campo de acción del proceso político cultural, aglutinados en el concepto que la cultura debe ser sin más, objeto de la política pública.

Bibliografía.

(1)Ribeiro, D., Cultura y enajenación, en Cultura y política en América Latina, México, Siglo XXI Editores, Editorial de la Universidad de las Naciones Unidas, 1990, p. 23.


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