JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA

Por: José Manuel Herrera Villa*

Traduce gobernabilidad, semánticamente al decir de tratadistas en la materia, la capacidad de ser gobernable; y conceptualmente, la relación que se manifiesta cuando existe un estado de equilibrio en el ejercicio del poder político derivado de la solución de demandas sociales y la capacidad de los gobiernos de atender éstas de forma eficaz, estable y legítima. Se puede considerar que existe una crisis de gobernabilidad cuando los gobernantes son incapaces de llevar un gobierno legítimo y enfrentan descontento y presión social de los gobernados; y, cuando existe una sobrecarga de demandas sociales. La primera deviene ilegitimidad y la segunda ineficacia en la gestión del gobierno en turno. De esta forma, cuando se habla de gobernabilidad o su contraparte se habla de fenómenos en proceso y de relaciones complejas gobernantes y gobernados. Es por esta razón que la Gobernabilidad sólo puede percibirse desde este punto de vista dual en el que gobierno y sociedad determinan el equilibrio en que esta se expresa.

De otra parte, se entiende que la crisis de gobernabilidad se ha vinculado históricamente al momento en que los gobiernos modernos han aumentado su intervención para solventar el crecimiento de demandas sociales a costa de crisis fiscales e ilegitimidad institucional ante la merma de autonomía de la participación social. Según Habermas, la ingobernabilidad se presenta cuando hay una crisis de gestión administrativa y de apoyo político de los ciudadanos a las autoridades. Es decir, el sistema administrativo no logra hacer compatibles los mecanismos de control que le exige el sistema económico y el sistema legitimatorio no logra mantener el nivel necesario de lealtad de las masas.

Nos lleva esto a la necesidad e importancia para las gentes de querer vivir en mejores condiciones, qué si bien interesan fortaleza, resiliencia y bondades del espíritu humano, también interesa que las demandas poblacionales sean satisfechas. Y si también es cierto que se necesita de una enorme paciencia que hay que tener para empujar procesos de cambio, reconstrucción, transformación y fuerza interna de las convicciones, que empujan con fuerza multiplicada el espíritu humano más allá de sus límites.

Es procurar invadir de fuerza todo el tejido social y convertirlo en artífice de nuestro propio destino. Ser y hacernos líderes, pasar de las palabras a la acción de manera poderosa y convincente, cuestionarnos vida y procederes, transitar caminos, tender puentes, redirigir las causas y hacerlas mejores, causas que sean las grandes aspiraciones colectivas. No podemos bajo punto de vista ni circunstancia alguna la esperanza en nosotros mismos, como tampoco considerarnos inferior ni superior a nadie, pero nunca renunciar a nuestra dignidad ni a la de la gente.

Concierne mantenerse como personas en lo esencial, cambiar de caminos las veces que fueren necesarias si ello es lo que se impone y resulta esencial en el objetivo de cumplir la esperanza de equidad de la comunidad como un pacto ético con uno mismo y con los demás; más hoy, cuando estamos viviendo tiempos de crisis profundas, componendas y descomposición social.


Otros artículos del autor:

DE LA GLOCALIZACIÓN. diciembre 8, 2021. Su filosofía es clara, “pensar globalmente y actuar localmente”. Es en esencia una adaptación de patrones globales a las condiciones locales.

SIN PIEDRAS EN EL CAMINO. diciembre 17, 2021. Necesitamos construir un nuevo contrato social con oportunidades para todos, convocar a la acción, acudir a medidas urgentes y concretas contra las inequidades.

*José Manuel Herrera Villa . Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo. Correo: jomahevi@gmail.com

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