MÉDICO HERNANDO RAFAEL PACIFIC GNECCO

Por: Hernando Pacific Gnecco*

Entre los temas que causan interés mediático están los de crímenes sin resolver o aquellos casos con finales inesperados. El asunto Colmenares ocupó los titulares de los medios, siendo objeto de conjeturas entre especialistas y parroquianos; ni la Fiscalía tiene la respuesta final. Varios magnicidios que han ocurrido en Colombia mantienen la sombra de la impunidad; desde el asesinato del general Rafael Uribe Uribe hasta el de Luis Carlos Galán, pasando por los de Jorge Eliecer Gaitán, Álvaro Gómez Hurtado, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro o Jaime Pardo Leal. Un crimen se considera resuelto cuando se establecen los motivos, capturan a los criminales y reciben su merecido castigo.

Tuvo resonancia mundial el asesinato del futbolista Andrés Escobar después del autogol en el Mundial de 1994; terminaron condenado al chofer de un señalado narcotraficante. Madeleine McCann, la niña británica esfumada en Portugal, es otro misterio del que apenas hay un sospechoso, gracias a la tardía declaración de un testigo. La plataforma Netflix muestra distintos crímenes sin solución como el de Emanuela Orlandi, la desaparecida niña del Vaticano. El caso Alcàsser impresionó a la Comunidad Valenciana en 1997: tres niñas fueron ultrajadas y asesinadas, hay un condenado, pero la evidente complicidad de otros criminales quedó impune; tampoco se dilucidaron los móviles del crimen. En el mundo hay muchos casos sin resolver para el comisario Montalbano, Sherlock Holmes o Hércules Poirot.

En Italia, como en muchos países, hay crímenes sin homicida: Nada Cella, con 25 años en 1996, fue encontrada moribunda en la oficina del contable Marco Soracco, su patrón, en Génova; falleció casi inmediatamente por causa de una golpiza en su cabeza con objeto contundente. Soracco y Annalucia Cecere eran los únicos sospechosos; en el juicio no se establecieron los motivos ni hubo sentencia. La escena del crimen estaba contaminada, y el juez consideró que las pruebas contra los sindicados fueron insuficientes. El asesinato del primer ministro sueco Olof Palme en 1986 fue noticia mundial, tanto por el cargo que ocupaba como por tratarse del primer homicidio en más de tres siglos en Suecia. La investigación se prolongó hasta hace 4 años, cuando cerraron el caso por el suicidio de Stig Engström, un ultraderechista con formación militar, señalado por las autoridades como el asesino de Palme; quedó sin establecerse la causa (seguramente política), si actuó solo o si obedeció órdenes.

La tragedia que rodea a estas dolorosas situaciones se alivia parcialmente cuando los casos se solucionan. Hace dos años, Domenicantonio Vellega fue víctima de un homicidio atroz; cerca de Nápoles encontraron su cuerpo calcinado dentro de su automóvil. Por los antecedentes de Vellega creyeron que se trataba de una venganza de la Camorra, pero las investigaciones señalaron a la exesposa, Maddalena Masi y su amante, Francesco Miranda. Unos guantes azules fueron la clave; un testigo vio a un hombre con esas prendas huyendo de la escena del crimen; estos guantes aparecieron en el basurero de la casa de Maddelena.

Cuando apenas tenía 19 años, Lindy Sue Biechler fue asesinada en el condado de Lancaster, Pensilvania cuando guardaba en su casa las compras que acababa de hacer. Fue atacada por un hombre con intenciones de abusarla; este la asesinó a puñaladas. Durante 45 años no hubo pistas, salvo los retratos hablados y una muestra de ADN. Según el perfil realizado del posible homicida, en el condado no se encontraron personas con antecedentes judiciales; el caso siguió abierto. Años después, una genetista estableció que el asesino tenía orígenes italianos, lo cual estrechó el espectro de búsqueda. David Sinipoli entró en la lista como sospechoso principal; actualizaron el perfil del presunto homicida y encontraron que Sinipoli seguía viviendo en Lancaster; el seguimiento llevó a los investigadores hasta el aeropuerto de Filadelfia, donde rescataron un recipiente de café desechado por Sinipoli, con el cual determinaron que era el asesino. En más de 250.000 crímenes insolutos en USA, aparecen los nombres de Natalie Wood, JonBennet Ramsey y, naturalmente, el de Kennedy. hernandopacific@hotmail.com

*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista

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