lisbeth barraza escorcia

Por: Lisbeth Paola Barraza Escorcia*

Demostrado está y ejemplos hoy sobran, que mujeres, adolescentes y niñas en todo tiempo y lugar son víctimas de atrocidades, utilizadas, razón y necesidad de más para combatir con denuedo por que se elimine la violencia contra las mujeres; lo que es una verdadera aberración sobre ellas por el hecho de serlo y, llevada a cabo por unos seres despreciables, hombres machistas, criminales, aunque debo hacer constar que no todos, por razón de serlo, encuadran en dichas calificaciones. Es violencia contra la mujer, todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada. Importante en grado sumo, por ser un panorama triste y preocupante que vivimos, llamar la atención sobre la violencia que sufren todas las mujeres, ya que las consecuencias de la violencia que sufren sus protagonistas son las más de las veces, ignoradas.

En las áreas de conflictos muchas mujeres son protagonistas vulnerables, por el solo hecho de ser parte de la población civil. Están expuestas a torturas, asesinatos, amenazas, desapariciones, agresiones y la muy común violencia sexual. Las desigualdades de género se incrementan, lo que hace que las mujeres jueguen un débil papel. Nos dicen las Naciones Unidas, que las niñas, lo que es lamentable, tienen un 90% menos de probabilidad de tener acceso a la educación en zonas de conflicto, además de ser víctimas de matrimonios forzados, esclavas sexuales y reclutadas para la prostitución. La violación se convierte en terror y tortura, lo que hace que las consecuencias físicas, emocionales y psicológicas sean difíciles de borrar ya que deterioran por completo su salud mental y hace que, aquellas que sobreviven, no se atrevan a contar sus vivencias por miedo a ser marginadas o estigmatizadas.

La violencia contra las mujeres las afecta de manera diferente, razón de peso para defender la necesidad de aumentar su papel en la toma de decisiones respecto a la prevención y la resolución de conflictos, compromiso que en muchas partes del mundo no se cumplen. Grande es la incidencia de la violencia contra las mujeres y las niñas que evidencian una penosa y triste realidad. Se calcula que, en todo el mundo, cerca de 800 millones de mujeres (una de cada tres aproximadamente) han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida (el 30% de las mujeres de 15 años o más). Datos estos que no incluyen el acoso sexual… Y aun así son más que aterradores.

De otra parte, los índices de depresión, trastornos de ansiedad, embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y VIH son más elevadas entre las mujeres que han experimentado violencia que entre las que no la han sufrido, al igual que ocurre con muchos otros problemas de salud que pueden perdurar una vez que ha cesado la violencia. Así mismo, la mayoría de los actos de violencia contra las mujeres son perpetrados por sus esposos o parejas actuales o anteriores. Alrededor de 700 millones de mujeres de 15 años o más (el 26% del total) han sido objeto de violencia por parte de su pareja. Aquellas que han mantenido una relación, casi una de cada cuatro adolescentes de 15 a 19 años (el 24%) ha sufrido violencia física o sexual por parte de su cónyuge o pareja. El 16% de las jóvenes de 15 a 24 años experimentó este tipo de violencia en los últimos meses. Por lo menos en 162 países han aprobado leyes sobre la violencia doméstica, y 147 cuentan con legislación sobre el acoso sexual en el lugar de trabajo. Sin embargo, en algunos países, a pesar de la existencia de leyes de este tipo, no siempre se ajustan a las normas y recomendaciones internacionales, ni se aplican o se hacen cumplir.

En los últimos años en el mundo, se han aprobado leyes, iniciativas y campañas que han puesto en el punto de mira el problema a todos los niveles y se ha conseguido la unión de todos para su erradicación y no se puede retroceder en este aspecto, ni permitir que normas pongan en peligro los avances conseguidos para las mujeres víctimas de la violencia machista. El drama de la Violencia Machista, aunque desgraciadamente forme parte de nuestro día a día, no podemos consentir que sea una realidad latente. No se debe ni puede permitir, sino seguir luchando para su erradicación, seguir insistiendo para que Gobiernos e Instituciones defiendan, por encima de todo, los derechos de las mujeres y las niñas en todos los casos y en todos los países.

La sociedad toda debe asumir que se trata de un problema grave y, es de imperiosa necesidad colaborar con su erradicación; especialmente desde la familia y la escuela; para que, desde temprana edad, se concientice sobre la importancia y necesidad del respeto a las mujeres como seres iguales. No hay que bajar los brazos. La Violencia contra la mujer existe. No más. Ni una más.

*Lideresa Social Comunitaria. Conferencista. Tallerista. Columnista

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