Por: Lisbeth Paola Barraza Escorcia*
Una de las principales características que debe darse en todos los espacios, sean cuales fueren, tiene que ser la capacidad de entendimiento entre las diferentes opciones que hallan con el fin de alcanzar el bienestar integral de los ciudadanos, un bienestar orientado a mejorar, ojalá que sustancialmente, las condiciones de vida de las personas.
El entendimiento es una exigencia que ciudadanía y comunidad deben reclamar a los dirigentes políticos para que extiendan su mirada sobre los problemas reales de las personas en lugar de consumirse en eternas discusiones que ya a nadie interesan fuera de los estrechos y cerrados ambientes del poder. No es el entendimiento un fin en sí mismo, ni una estrategia política, sino la disposición firme de búsqueda de acuerdos que beneficien a todos los ciudadanos. Por eso, hoy más que nunca es necesario que, en un ambiente de profundo odio y resentimiento brille la dignidad del ser humano y sus derechos inalienables.
La política tiene mucho de confrontación de ideas, contienda, defensa de posiciones diversas. Se mantienen diferentes puntos de vista sobre la forma de resolver los problemas colectivos. Arte y oficio del buen gobierno centran la mirada sobre el conjunto de los ciudadanos, sin seguidismos parciales. Cuando un partido gana las elecciones en una democracia, su programa electoral se amplía para ser capaz de pensar en todos los ciudadanos, no solo en los que le votaron, sin sectarismos en las políticas concretas a emprender. Claro que es entendible que un partido, en ejecución de su programa electoral gobierne sólo para sus adeptos. Pero, si así lo hace únicamente, tarde o temprano conseguirá despertar a quienes no son destinatarios de sus políticas, abriendo un clima social de enfrentamiento y confrontación.
Por lo general, si el gobierno admite enmiendas de la oposición, o si la oposición felicita al gobierno por el acierto de alguna de sus decisiones, siempre habrá quienes piensen o afirmen que algo muy raro se está produciendo: que el gobierno nunca se equivoca, dicen unos; o que la oposición nunca puede dar la razón al gobierno, sentencian otros. Más allá de las adhesiones inquebrantables o de las reyertas protagonizadas por quienes se mueven en los aledaños de los aparatos de los partidos, los gobernantes y los jefes de la oposición, han de pensar en el conjunto de la ciudadanía, en el bienestar integral de las personas, en la mejora de sus condiciones de vida. Si esta consideración reclama el acuerdo, bienvenido sea, como también sería bienvenida la discrepancia cuándo se estime que el gobierno yerra o la oposición se echa al monte. Nos va en ello mucho. Demasiado.
De ahí la importancia siempre que como ciudadanos pensemos siempre en los intereses superiores de la comunidad, en lo que sobremanera importa, comporta, interesa, obliga y se impone en contexto de civilidad y cohesión social, dialogar, escucharnos, acercarnos, entendernos. Buscar, velar y procurar lo mejor para todos. Solo así será posible consolidar un mejor porvenir.
*Lideresa Social Comunitaria. Conferencista. Tallerista. Columnista