Por: José Guillermo Claros Penna*
Seguir los temas sociales, es claro, permite sin duda alguna analizar y entender la evolución del pensamiento colectivo, lo mismo que el de los movimientos sociales y políticos que genera, desde sus gestaciones hasta sus desapariciones si es el caso. Hoy por hoy en el contexto político que vivimos y padecemos, hay un creciente sentimiento de descontento y desconcierto que se extiende a nivel internacional, descontento y desconcierto que se nutre por la exponencialmente creciente inequidad y desigualdad social y económica y por la percepción constante de una desconexión entre las élites y la población en general, que han dado lugar, infortunadamente, al resurgimiento del siempre nefasto populismo, estrategia política que explota los sentimientos antiélite y antisistema; más, cuando alrededor de una tercera parte de la población mundial sienten que sus países requieren un líder fuerte para recuperar los Estados los malos gobernantes y dirigentes, lo que es en muchos aspectos en lo que esencialmente se basa el populismo, vale decir, la creencia que el poder debe volver a las manos del pueblo.
Actualmente el populismo va más allá de simplemente desafiar a las élites y al sistema establecido, y se percibe una fuerte corriente antiinmigración. En países de alta captación migratoria, hoy existe un fuerte sentimiento antinmigrante, pues 8 de cada 10 personas considera que su país sería más fuerte si se detuviera la inmigración. Ante la masiva llegada de inmigrantes en los últimos años, este sentimiento se ha multiplicado generando una radicalización en el sentimiento nacionalista y antiinmigración , que puede ser, lo que no sería conveniente, la antesala a sistemas políticos mayormente radicales, o que debería revisarse a fondo desde la reflexión, el análisis y las posibles como probables soluciones.
Cree la gente, sentir generalizado mundialmente hablando, que sus países están en declive y rotas sus sociedades, lo que alimenta en manera creciente el sentimiento populista; no obstante, a pesar del sentimiento antisistema existente, la mayoría de las personas no se oponen a un gobierno grande y activo, y apoyan el gasto público en atención médica y en la reducción de la pobreza, inequidad y desigualdad social, lo que indica que la sociedad toda quiere gobiernos diferentes, que no gobiernos pequeños.
De todas maneras, la tendencia hacia las políticas antisistema es evidente; sin embargo, otros factores, como economía, seguridad y corrupción, también juegan papeles cruciales; por lo que la tendencia hacia el populismo refleja una desilusión más amplia con el estatus quo y una pérdida de fe en los sistemas políticos y desconfianza extremas en dirigentes e institucionalidad.
El mundo se sigue perfilando hacia los cambios políticos; y, si bien el auge del populismo en sí mismo no es conveniente, importa que se canalice de manera constructiva para abordar las profundas inequidades, desigualdades y descontentos que lo alimentan, razón por lo que como sociedad, debemos estar atentos a dichos desarrollos y esforzarnos en alto grado por construir un mundo más equitativo y justo en el que el poder esté realmente en contexto de verdadera democracia. joseguillermoclarospenna@autlook.com
*Profesional en Ciencia Militares. Administrador de Empresas. Abogado. Candidato a Doctor en Derecho