Rafael Robles Solano

Por: Rafael Robles Solano*

Con ocasión de los múltiples acontecimientos que por estos tiempos agobian y llenan de incertidumbre y pesimismo a la inmensa mayoría de los colombianos, incluido quien esto escribe, soportando problemas como lo son algunos de los más conflictivos, a saber: las crecientes olas de inseguridad, que tiene a los ciudadanos azotados, ya que las calles se han tornado peligrosas, porque aparentemente estamos en manos de pandillas delincuenciales prestas a asaltar y atracar a los transeúntes sin distingos de edades, sexos o condiciones sociales, con el agravante que si te opones, corres el riesgo de ser vilmente asesinado.

Hechos estos que aparejan la violencia que hoy padecemos y que están enraizadas con la funesta historia de atrocidades que por décadas han azotado al país en el campo y ahora en las ciudades, con las permanentes masacres, resultantes de las confrontaciones entre los diversos grupos sediciosos con las fuerzas militares y más recientemente, con el surgimiento y participación de los paramilitares, surgidos para enfrentar a los subversivos, observamos todo este panorama sin dejar de lado a las bandas criminales de traficantes de drogas, de minerales, de contrabandos, de migrantes, quienes con sus brutales actos, vienen además causando permanentes estragos y desplazamientos en regiones rurales aisladas de la presencia del Estado.

Bajo las circunstancias descritas, intentaré en estas líneas apartarme de las preocupaciones objeto del presente titular, dejando de lado cuestionamientos sobre la gigantesca corrupción que padecemos a todo nivel, los enormes costos de los impuestos, que según vociferan los gremios, entorpecen la creación de riquezas y, los precios de los servicios públicos, especialmente altos en la costa norte; los problemas de quienes padecen deficiencia alimentaria en las grandes ciudades, resultantes de la enorme inequidad económica; por no referirme a las agudas polarizaciones por las confrontaciones políticas e institucionales, como es la escogencia de la nueva Fiscal por la Corte Suprema de Justicia, hechos que por estos días alteran la estabilidad de la Nación; para, en esta oportunidad, hacer unos breves análisis sobre la importancia y expectativas relacionadas con la próxima CONFERENCIA DE LAS PARTES (COP), del CONVENIO SOBRE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA (CDB) de las NACIONES UNIDAS (O.N.U.) o evento de la COP-16, reseñando a partir de su significado, la importancia que tiene este suceso para el país, a realizarse entre octubre 21 y noviembre 1 de 2024, asignado a la ciudad de Cali y tal como anunció el Presidente Petro, de suma trascendencia para visibilizar a todo el Pacifico de Colombia.

Sin embargo, en medio de las agudas controversias planteadas por los contradictores y opositores del Gobierno, apoyados por los grandes medios de comunicación masiva, la magnitud de esta ha estado minimizada de tal forma, que la mayoría de los colombianos no tiene idea de su significado global, por lo que me permito hacer una breve reseña del evento en comento, consistente en que los países asistentes, discutan y agenden directrices para: “la conservación de la diversidad biológica, el uso sostenible de sus componentes y el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos.” Buscando aportar soluciones a problemas críticos del planeta con el objeto de detener y revertir la pérdida de naturaleza para el 2030. “Por un futuro en el que los humanos vivan en armonía con la naturaleza.” (Fuente: WWF Colombia).

*Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com

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