Por: José Manuel Herrera Brito

La historia, es disciplina que estudia y expone, de acuerdo con determinados principios y métodos, los acontecimientos y hechos que pertenecen al tiempo pasado y que constituyen el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta el momento presente. También, el conjunto de estos acontecimientos y hechos, especialmente los vividos por una persona, por un grupo o por los miembros de una comunidad social.

Narración o exposición ordenada y detallada de estos acontecimientos y hechos, así como de aquellos que están relacionados con algún aspecto de la actividad humana. Ella la historia, nos enseña tantas cosas que servirnos debe para aprender de ella como ejercicio de análisis de problemas de las sociedades de otros tiempos y ayude a comprender la complejidad de cualquier acontecimiento, fenómeno social, político, económico o proceso.

Enseña, por ejemplo, cómo fue que entendieron en otros territorios que se sentían marginados, disimulaban y falseaban la información sobre su realidad económica y otras verdades, que no era ese el camino y tenían que cambiar o cambiar para bien, dados sus negativos diagnósticos de inflación, desempleo, aumento y paralización de las actividades económicas, balanza comercial desfavorable, ningún control ni inversión social y la falta de muchas cosas que marcas profundas dejan. Era exigirse caminos de unidad, de acuerdos producto de las necesidades donde debe primar la sensatez de todos: partidos, políticos, sociedad civil, sindicatos, demás fuerzas vivas y actores sociales en comprensión de la situación vivida y en disposición de arriar banderas, comprometerse y definir una ruta política, económica y social, dirigidas a una estabilización administrativa para avanzar superando los más de los obstáculos.

Necesario es un pacto que sea paradigma de diálogo y convivencia democrática, en el que clase política y demás actores dejen de lado las diferencias más allá de palabras, promesas e intereses para salvarnos todos; así como urgente e importante, dada la crisis sanitaria, económica, social y política que vivimos, que todos sigamos los muchos ejemplos históricos que a este tenor nos muestra el devenir de la de la humanidad, se depongan animosidades y se unan en vía a salvar al departamento y de paso a todos sus pobladores.

Los retos son múltiples, producto de situaciones administrativas antecedentes, presente y emergencia que aún persiste, con fallecidos, hambre, inseguridad, violencia, miseria, desempleo, improductividad, angustia y desesperación, entre otros aspectos, que requieren de gobernantes, políticas y gestiones capaces en conjunto de 
resolver los problemas que no son pocos; y no populistas, que sigan enamorando a la gente con audacias mesiánicas a las que convencen con verbo encendido ofreciéndoles paraísos de leche y miel, para permanecer en el poder. 

La democracia tenemos que cuidarla, no hay sistema político mejor hasta ahora conocido, y por ende no debemos dejarla erosionar, sino fortalecerla, profundizarla, no cometer atropellos en su contra como vemos sucede en esta pandemia en la que dirigentes depredadores la abusan y desde el poder actúan como saqueadores del erario público como si fuera un botín de guerra para su usufructo y el de los suyos. Cabalga la corrupción y ello ahonda en su detrimento el descontento generalizado de la ciudadanía por la ineficiencia e ineficacia de los mandatarios de turno. Se impone la reflexión. A buen tiempo estamos. saramara7@gmail.com

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