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Por: Anny Margarita Herrera Villa*

Las crisis muchas veces tienen una raíz fiscal, aunque no todos enfatizan en ella como un concepto de tal naturaleza. Durante la mayor parte del S XX, las naciones han tenido déficit e inflación que el pueblo ha padecido de forma latente, una de las razones que ha hecho difícil generar riqueza en manera suficiente, indispensable para cualquier unidad territorial. Síntomas son déficit, inflación y escasez de riqueza de un mismo mal, a lo que se suma un indisoluble exceso de gasto público que pareciera ser conceptualizado como el origen de un lazo, bucle o circuito permanente en el que se sumerge nuestra historia económica.

Es el nuestro un país debilitado por un gasto sin control que ha tomado dimensiones de gran magnitud, tales como un gasto fiscal demasiado grande para ser financiado por nuestra economía o por una economía del tamaño y condiciones como las que tenemos; y un gasto cuasi fiscal causado por los intereses que devengan los pasivos, siendo en consecuencia un reto convencer a la sociedad que polarizada se debate en dos frentes, en dos extremos en los que hay una ecuación fiscal que desespera a un sector privado que a la postre es el único pulmón con que se cuenta, lo que equivale en términos reales a matar la gallina de los huevos de oro. Bastante grande es nuestro número de problemas, siendo el exceso de gasto público es el más cruel de todos, ya que, de manera sistémica, se gasta más de lo que se genera, lo que distorsiona el resto de toda la economía, dando como resultado que es la pobreza la principal consecuencia.

Un Estado organizado descansa en educación, salud y seguridad, baluartes que constituyen una deuda con la sociedad. Igual hay una secuencia de tres destinos cuya resolución no puede materializarse de manera simultánea, sino secuencial, como son el déficit fiscal, el desequilibrio monetario y la unificación del mercado de cambios; y si bien hay otros más, esta secuencia permite darnos cuenta qué tenemos un país con desequilibrios viviendo por encima de sus capacidades; de ahí que de no resolverse el déficit fiscal, queda indefinido lo demás.

Constante es que una economía no puede vivir por encima de las restricciones por demasiado tiempo, y la principal restricción que no se respeta, de manera metódica, es la de no poder gastar más de lo que se genera. No atender esta restricción tiene funestas consecuencias visibles para todos, lo que impone juiciosa observancia.

En esencia, el efecto desplazamiento o el efecto expulsión (crowding out), que es la situación en la que la capacidad de inversión de las empresas se reduce debido a la deuda pública, refleja la carencia en la capacidad de crecer. De esta forma, cualquier intento hacia el crecimiento genera una dinámica de empobrecimiento, lo que debe superarse, so pena de seguir sucumbiendo en la dicha circunstancia de la ruina de los pueblos.

*Ingeniera Industrial. Columnista. Especializada en Proyectos de desarrollo. Columnista

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