Por: Luis Gilberto Ramírez Calle*
Nuestro país requiere con urgencia suma que la comunidad toda implemente en su diaria convivencia, en su diario acontecer, la cultura de la seguridad, a efecto de cerrarle drásticamente los uno y más espacios a la delincuencia de distinto origen, propósitos y objetivos, camino a recuperar muchos de los valores que se han perdido, otros en similar proceso, y algunos más necesitados de ser fortalecidos ente su mengua evidente.
La cultura de la seguridad ciudadana, definida Seguridad Ciudadana como un proceso articulado, coordinado e impulsado por el Gobierno de la ciudad, en colaboración con la Ciudadanía y las Alcaldías, para resguardar la libertad, los derechos y las garantías de las personas que habitan y transitan en la Ciudad, debe tener como fin, garantizar el orden y la convivencia pacífica, lo cual fortalece el estado de derecho a través de la prevención de los delitos y la erradicación de los diferentes tipos de violencia en todos los ámbitos de la vida colectiva de la Ciudad; que tiene por objeto recuperar y mantener el orden y la paz pública; proteger la integridad y derechos de los habitantes; preservar las libertades; proteger la vida, integridad física de las personas y comunidades, así como su patrimonio; llevar a cabo la prevención especial de los delitos, así como la investigación y persecución de los delitos; sancionar infracciones administrativas, impartir justicia, y la reinserción social; garantizar el acceso a una vida libre de violencia y la protección de las personas frente a riesgos y amenazas que atenten contra sus derechos y libertades; y preservar la convivencia y el fomento de la cohesión social, no es otra cosa que la comunidad de grandes esfuerzos entre la Policía y la ciudadanía, lo cual facilita y permite el robustecimiento de la actividad policial y, por lo mismo, de los principios de autoridad y de participación comunitaria y colectiva, que se han resquebrajado irremediablemente por la pérdida de los valores que debemos recuperar de manera importante y urgente, como son convivencia, mutualidad, vecindad, solidaridad, ayuda, cooperativismo, respeto, amistad, autoridad y conciencia ciudadana.
Para implementar la cultura de la seguridad ciudadana, la Policía y la comunidad importa que desarrollen distintos frentes amplios de trabajo con énfasis en seguridad local, mismas que funcionen como organizaciones comunales con principios, propósitos y objetivos comunes, que permitan el fortalecimiento de la autoridad policial y comunidad toda, lo que requerirá de líderes espontáneos y de la buena voluntad de la ciudadanía, con la dirección de la Policía, para conformar y potenciar dichos frentes de la mejor forma y manera posible, apoyados en las ayudas tecnológicas existentes y otras muchas que ayuden a su superior estructuración y anclaje.
Este conjunto de actividades hace más pronto que después la ciudadanía se pase convencida de la pasividad a la acción oportuna, identificando los momentos de sospecha y amenaza, para alertar a la Policía y motivar su intervención oportuna, lo que permitirá fomentar y vigorizar la seguridad ciudadana y el consecuente desarrollo de la comunidad, mediante programas y planes que le permiten evolucionar hacia un futuro exitoso, en el cual sus generaciones crecerán exponencialmente en forma integral, bajo el imperio de la ley, al tiempo que se convertirá en factor determinante en el nivel y en la calidad de vida de una comunidad, en la verdad que una comunidad que genera seguridad, camina con certeza hacia el progreso, el bienestar y la prosperidad tan anhelada.
* Luis Gilberto Ramírez. General (r) Policía Nacional de Colombia. Administrador. Asesor y Consultor en Seguridad, Inteligencia y Defensa Nacional. Abogado. Especializado en Derecho Administrativo