DOCTOR DAVID GONZALO DUARTE GONZÁLEZ,

Por: David Gonzalo Duarte González*

Es este y serán siempre buenos todos los momentos para llamar la atención sobre las medidas importantes y urgentes requeridas para mantener la salud de las personas e incentivar un cambio para que las sociedades se preocupen del bienestar. La Organización Mundial de la Salud – OMS, estima que cada año se producen más de doce millones de defunciones por causas ambientales evitables. La crisis climática es tal vez la mayor amenaza para la salud a la que se enfrenta la humanidad, siendo también una crisis de la salud.

Muchas de las decisiones políticas, sociales y comerciales que se toman a lo largo y ancho de la esfera orbital están favoreciendo la crisis climática y sanitaria. Se dan razones estadísticas respecto que más del 90% de las personas respiran un aire insalubre que es consecuencia de la quema de combustibles fósiles; que debido al calentamiento del planeta, las plagas propagan las enfermedades más lejos y más rápido que antes; que los fenómenos meteorológicos extremos, la degradación del suelo y la escasez de agua están desplazando a las personas y afectando a su salud; que la contaminación y los plásticos llegan hasta el fondo de nuestros océanos más profundos, de las montañas más altas, y se han abierto paso en nuestra cadena alimentaria; que los sistemas de fabricación de alimentos y bebidas muy transformados y poco saludables están impulsando una ola de obesidad, aumentando el cáncer y las enfermedades cardiacas, al tiempo que generan un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que de por sí muestra a todo reflejo el daño que hemos causado y seguimos causando al ambiente y por ende a la humanidad toda.

Y, aunque el mundo científico ha mostrado la capacidad curativa de que es capaz, igualmente ha puesto sobre el tapete las inequidades y desigualdades en el mundo. Muchas crisis a través de los tiempos han evidenciado siempre deficiencias en todos los ámbitos de la sociedad y han hecho palmaria la necesidad urgente de forjar sociedades del bienestar sostenibles y comprometidas con la consecución de una salud equitativa, tanto para la presente como para las generaciones por venir, sin sobrepasar los límites ecológicos.

De otra parte, el planteamiento hoy de la economía, como sostienen importantes estudiosos de la temática, conduce a la distribución no equitativa de la renta, la riqueza y el poder, y hay demasiadas personas que siguen viviendo en situaciones de pobreza e inestabilidad. Las economías del bienestar deben velar por una mejor situación general de las personas, la equidad y la sostenibilidad medioambiental; objetivos que deben plasmarse en inversiones a largo plazo, presupuestos enfocados al bienestar, protección social y estrategias legales y fiscales.

Importa y se hace más que necesario como fundamental en este camino a evitar los ciclos de destrucción orbital y de la salud de las personas, la adopción de medidas legislativas, reformar las empresas, así como apoyar e incentivar a la gente para que tomen decisiones saludables, siendo sustancial en ello mejorar todo el contexto nutricional, la construcción de mejores instalaciones sanitarias, educar y sensibilizar a las personas destinatarias acerca del origen de las enfermedades transmitidas por el agua y de las buenas prácticas de higiene para mejorar sus condiciones socio-sanitarias, contribuir al pleno ejercicio de los derechos humanos y a la mejora de sus condiciones de vida, concretamente en el derecho humano al saneamiento. Aspectos ente otros muchos que en individualidad y conjunto colaboran para velar por los derechos de la ciudadanía y comunidad en condiciones de dignidad.

*David Gonzalo Duarte González. Profesional de la Salud. Especializado en Gerencia en Seguridad en Salud en el Trabajo. dago1286@hotmail.com

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