Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
La humanidad pareciera no estar haciendo lo que le corresponde (lo que debe ser su arma más importante), afectada tal vez por estar viviendo lo que muchos han denominado una era sin moral, estar nublado el bien y buen pensar y nadar entre tanta turbulencia emocional y desordenes de toda laya, generando interrogantes que no desaparecen. Es como si nada se estuviese haciendo bien ni correctamente; y en cambio sí, aportando sacrificio, dedicación y entrega a cambio de nada. Nos encontramos ante cuestionamientos profundos y frente a respuestas difíciles de encontrar y absurdas, como de improvisadas decisiones. Es como si negado estuviéramos para estar del lado correcto. Es la verdad que no debiera ser, pero que impone ondear la bandera de la inconformidad; pensar y luchar, más que por los sueños individuales, por los anhelos colectivos. Escuchar y sentir el palpitar de los demás, no rendirse y seguir hasta el final como alternativa e inclaudicable opción.
Es como su tuviésemos una sociedad que se agota con el paso de los días, lo que la hace un monstruo paquidérmico invencible y aterrador, del que debemos todos estar alerta para que no siga evolucionando en manera desmedida y por ende más que peligrosa. Es inaudito que la crítica acérrima y destructiva sea el pan nuestro de cada día y en oposición a lo cual, no pasemos a la acción constructiva y edificante desde la participación democrática activa, al tiempo que nos estamos desgastando en las redes sociales que adoptamos estúpidamente como un frontón de lamentaciones y que otros solo usan para socavar y destruir.
Todo parece inane. Pueblo y dirigencia. No se lucha por lo que mejor debe ser. No hay convicción para seguir manteniendo la fe y la esperanza de manera viva y ardiente. Se ha perdido todo respeto. Se diluyen los apoyos que deben ser y a los que obligados estamos en contexto de solidaridad. Impone todo lo negativo seguir luchando contra viento y marea, contra todo obstáculo en la búsqueda de la libertad y el país que nos merecemos. Es reconstruirnos desde los cimientos con seguridad, certeza, confianza, lo mismo que con ilusión, anhelo y perspectiva.
Deben ser nuestros ideales más que graníticos, como específicamente firmes sobremanera nuestras convicciones por hacer de la sociedad en que vivimos y territorios que habitamos, escenarios de singular solidez, para lo que toca dominar con demostrada disposición toda esa clase de temores que auspicia la realidad. Es decidirnos y en tal condición salir y darle la cara las veces que necesarias sean en la búsqueda y procura cambios, transformaciones y prosperidad. No puede debilitarse y menos resquebrajarse nuestro espíritu, en la verdad que tenemos que estar del lado correcto de la historia y seguir firmes hasta vencer en beneficio colectivo. Es lo indicado y lo que hay que hacer.
*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. saulherrera.h@gmail.com *Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual.