Por: Ec. Omar Escobar
Por allá en el año 2002, el entonces presidente Álvaro Uribe, con apoyo del Congreso de la República, llevo a efecto una reforma laboral, cuyo objetivo se enfocaba en recuperar la competitividad, el crecimiento industrial que venía de capa caída mediante la reducción de costos laborales. Se esperaba que dicha reforma estimulará el crecimiento del sector productivo y por ende la disminución del desempleo sin menoscabar las garantías y conquistas laborales de los trabajadores. Así fue como la Ley 789 de 2002 extendió el “horario ordinario de trabajo” de 6 de la tarde a 10 de la noche, situación jamás vista en el inicio del nuevo siglo. Más tarde en 2017, el entonces Senador Álvaro Uribe, se compadeció e hizo reconocer una hora de recargo nocturno, de 9 a 10 pm para evitar costos al empresario, así fue como se modificó la Ley 789, quedando la jornada ordinaria hasta las 9 pm, con 48 horas semanales. Lo cual contrastaba con la tendencia mundial donde los países más avanzados, contaban con una cantidad menor – 35 y 40 horas a diferencia de los países menos desarrollados, con más horas de trabajo para compensar la falta de productividad.
Según los partidarios del gobierno, argumentan que los beneficios de la reforma fueron positivos pues dicen que en el periodo agosto de 2002 a agosto de 2010 se crearon 3’668,000 puestos de trabajo. Valga la aclaración, desde otra interpretación objetiva, no se crearon puestos de trabajo, sino que la población ocupada se aumentó en 3.2 millones en 8 años, no necesariamente en nuevos puestos sino en virtud del emprendimiento y el autoempleo. Pocos tienen en cuenta la variable “población desocupada”, que en el mismo periodo ésta” disminuyó apenas en 361.000 personas, paso de 2.8 millones en 2002 a 2.5 millones en 2022, casi se mantiene constante, lo que significa que gran parte de la población crea su propio trabajo por “cuenta propia”, así sea informal, como lo demostró un estudio del DANE en 2019, que llegó al 42.4% del total de ocupados, mientras que el 53.8% correspondían a los asalariados con patrón. Esa población de emergentes o nuevos emprendedores viene creciendo, mientras que la gran empresa, no responde a las expectativas esperadas de competitividad.
Si bien se trataba de favorecer la competitividad de la empresa privada, en los gobiernos de Uribe y Santos, nos mantuvimos en los 60 puntos promedio y el nivel no ha mejorado significativamente y es compatible con la tasa de crecimiento de la producción industria, medido a través del Índice de Producción Industrial IPI, el cual bajó de 5.8% en 2006 hasta -2.2% en 2018. En marzo de 2025, frente a marzo de 2024, alcanzó el 1.6% como variación anual.
Se decía que la reforma laboral contribuiría a crear más puestos de trabajo en las cabeceras rurales. En 2002 la Tasa de Ocupación en centros poblados y en el campo, era del 58.8%, y para el año 2021 apenas bajo al 57.1%… juzgue Ud mismo. Por otro lado, en el mismo sector rural la pobreza monetaria se mantuvo en el rango del 45,9 % en el 2022 mientras que en el conjunto total al menos paso del 40.8% en 2012 al 36.6% en el año 2022. Es decir, la pobreza monetaria se mantiene en niveles altos y más en el sector rural, lo cual es compatible con el indicador Gini (distribución de riqueza), el cual se mantiene en 55 puntos promedio, ósea que, en más de dos décadas, la riqueza se acumula en un sector y los pobres son más pobres. Hoy en día, en más del 60% de los hogares hay dos fuentes de ingresos porque con una sola fuente, el dinero NO alcanza.
Otro de los grandes beneficios de la reforma, era mejorar la calidad de los salarios en términos reales. En el periodo 2010-2024, la inflación tuvo una media anual del 4.71% y el SMLV tuvo un incremento del 6.85%, con oscilaciones entre un mínimo de 3,50% (2021) y un máximo de 16,00% (2023). El salario mínimo presentó un incremento promedio real de 2,14% por año, teniendo su punto más alto en 2022 (4,45%) y el más bajo en 2016 (0,23%). Durante los últimos quince años de cada 100 pesos que se aumentó el salario mínimo 33,6 pesos son incremento real de salarios. (López Asociados, 2025)

Según otras fuentes y teniendo en cuenta el incremento real de los salarios por periodo de gobierno, la tasa de inflación, en el periodo 2002-2010, creció 1.1%, en el gobierno de Santos, 1.4% en el de Duke 2.8% y en lo corrido del presente 3.3%, es decir en términos reales el crecimiento del salario real, fue muy bajo, incumpliendo la pretensión de la reforma laboral de ese entonces.
En cuanto a los programas orientados a incrementar el capital humano y a impulsar las posibilidades de prosperidad de los trabajadores, en 2002, ocupábamos el 89 puesto en el ranking IDH (0.67), diez años más tarde, apenas subimos al 91 puesto.
Cuando los objetivos de la política económica no se cumplen en competitividad industrial, ni mejora de salarios de los trabajadores, entonces, ¿hacia dónde se dirigen los beneficios de esa reforma laboral presentada por Uribe en 2002? Un dato, es clave, y el sector financiero tiene uno de los mejores rendimientos, solo por menciona entre 2019 y 2023, se observó un aumento de más de 285 billones de pesos, lo que representa un crecimiento del 42%. Queda claro que las ganancias no fueron reinvertidas en ampliar el aparato productivo ni mejorar la competitividad, sino en fortalecer el capital usurero, a costa de desmejorar el salario real. Por tanto, urge un debate para salir del ostracismo económico, llevado por una serie de gobiernos que hoy se oponen a una mirada distinta al incompetente modelo económico vigente.
Para justificar esta disertación no queda sino la comparación entre pares de dos países, relativamente comparables, pues mire la diferencia hace más de 25 años entre Colombia que aventajaba en PIB a Singapur. Sin embargo, en el transcurso del tiempo, entre 2007 y 2019 Singapur en materia de competitividad paso del 8º puesto al primero, mientras Colombia paso del 63º al 57º. Con un PIB por debajo de Colombia y gracias a un régimen laboral de 44 horas semanales y garantía de los derechos al trabajador, han logrado, no un milagro, sino un modelo efectivo de competitividad. Claro está que su clase política es muy disciplinada e inteligente…incomparable con los energúmenos que hacen celebraciones de tercera.
