JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito

Es la participación política, cualquier acción realizada por un individuo o grupo con la finalidad de incidir en una u otra medida en los asuntos públicos. Estas acciones pueden orientarse hacia la elección de cargos públicos, la acción de los actores políticos y las propias políticas públicas. La participación incluye entonces a todas aquellas actividades voluntarias ejercidas por la ciudadanía de manera individual, que se pretende que influyan directa o indirectamente sobre las elecciones políticas en diversos niveles del sistema político. Puede darse de manera individual o colectiva y es muy relevante para el funcionamiento de un sistema político, ya que tiene impacto sobre los propios individuos que se involucran en la actividad política y, por cuanto afecta a la comunidad a partir de la influencia que dicha participación puede tener en las decisiones y políticas públicas del sistema político. Participar incluye las conductas más convencionales y demandadas por el sistema político (como el voto) hasta aquellas acciones no convencionales que incluyen actividades que incluso podrían ser calificadas como ilegales o violentas. Es la participación política, deseable, necesaria y tiene efectos positivos sobre la democracia, ya que tiende a incrementar los niveles de confianza interpersonal, las habilidades cívicas, las actitudes de cooperación y de eficacia política; como también los niveles de legitimidad de las decisiones públicas.

Por su parte la participación electoral, es un fenómeno, que cada día es más común como instrumento de legitimación de las democracias, reales y formales, toda vez que Hoy por hoy, las sociedades democráticas son cada vez más dinámicas e interesadas en los asuntos que le conciernen a ellas mismas, entre otras razones porque existen más medios e instrumentos para influir en la toma de decisiones y tener acceso a la información pública que les permite convertirse en veedores de la gestión gubernamental y política en todas sus expresiones. Los derechos políticos, en el inmenso panorama democrático, incluyen tanto el voto como otros mecanismos de participación ciudadana. En algunos sistemas políticos estos derechos son más amplios y ejecutables que en otros, pero esto no le resta importancia a que la tendencia mundial esté dirigida a abrir el sendero de la democracia participativa; sin embargo, esa ampliación de derechos y posibilidades ciudadanas sigue estando en la lógica de una participación guiada por la competencia, alejada de los principios de cooperación y solidaridad.

Así, la participación con vocación comunitaria y recíproca sigue siendo un ideal que guía el comportamiento democrático, no una realidad en nuestras sociedades; ejemplos aislados de este comportamiento existen, pero no son el común denominador en la actualidad. De ahí que se sostenga en la academia, que la construcción de una mejor sociedad a través de valores como la solidaridad y la cooperación son sólo ideas vagas; sin embargo, coyunturas específicas, muchas veces emotivas y sensibles, logran reunir a una comunidad y hacerla participar en la búsqueda de un fin loable, ajeno a intereses específico. Por ello es plausible decir que el pragmatismo en las decisiones individuales sigue siendo, aunque no siempre, el motor de la lógica humana; los intereses, la afinidad ideológica y las posibles recompensas siguen imperando en el actuar individual y, por tanto, la participación política se aproxima mucho más a esa lógica de la competencia que a la de la reciprocidad.

De ahí que en las democracias modernas la participación electoral propiamente dicha siga siendo la más importante y masiva de todas. En las elecciones es donde se realiza y evidencia la participación electoral; y por ello es entendible que movilice mucho más a la sociedad, en la medida en que ese método democrático es el encargado de definir quién o quiénes ejercen el poder político y quién o quiénes lo pierden; es el escenario más civilizado que se ha encontrado para realizar el reparto del poder, legitimando la dominación existente en las sociedades. una competición que tiene por objeto el voto popular. Ahora bien, si el fenómeno de la participación política, y principalmente el de participación electoral, tienen esa envergadura dentro de las democracias, es importante la conceptualización estricta de lo que significa para poder comprenderlo de manera más acertada. Hablar de participación como un todo, sin descomponerla en partes, es un error craso en la academia y en la política, más cuando de ella se desprende, en muchos casos, la salud y la legitimidad misma del régimen que se está evaluando.

Distinguidas estas dos participaciones; cabe recordar que constituye esta última, la electoral, un aspecto parcial, una de las muchas dimensiones de la participación política, fenómeno mucho más global, complejo, aclarando que a menudo se utiliza el concepto más estrecho para designar un fenómeno más amplio; y si bien no hay que subestimar el papel clave de la participación en las elecciones dentro del sistema democrático, la participación política incluso se ha extendido a nuevas formas, por ejemplo a acciones ciudadanas cuya valoración democrática por parte de los que las practican va en aumento. El concepto incluye no solamente la participación convencional, o sea la correspondiente a la arquitectura institucional, sino también la no convencional que se ejerce fuera de las instituciones políticas establecidas, indicando que estas nuevas formas de participación están en la mira de aquellos que preconizan aumentar la participación política.

Sin embargo, la participación electoral sigue siendo, por varias razones, de suma importancia. Una primera razón, de tipo sociológico, es que la participación electoral es la más democrática e igualitaria, puesto que incluye la mayor cantidad de ciudadanos y, al mismo tiempo, garantiza la participación más igualitaria de los miembros de la sociedad. Una segunda razón, de índole política, la refiere como el más central de los canales de vinculación del electorado y de sus preferencias políticas con el poder que se manifiesta en su elección de los represen antes y mandatarios ejecutivos; Y, una tercera razón, es que a través de esta vinculación tipo entrada (input), toda la sociedad se vincula, o está afectada de forma vinculante, por el resultado (output); es decir la legislación, por un lado, y el desarrollo social, humano y el crecimiento económico, por el otro, como producto, en parte, de las políticas llevadas a cabo por los gobernantes.

Es por lo cual que en el conjunto de consideraciones sobre la ampliación de la participación política no se debe olvidar ni menospreciar la participación electoral pues, debido a las características señaladas, es muy importante pensar a la hora de meditar sobre el aumento de la participación política en la ampliación de la participación electoral, sea cuantitativa o cualitativa y de ello se trataría. saramara7@gmail.com

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