Por Enrique Herrera Araújo
@enriqueha
La campaña presidencial está a la vuelta de la esquina y la ciudadanía será asaltada con populismo, tribalismo, noticias falsas, guerra de la información y “hechos alternativos” entendidos estos últimos como el intento de crear una realidad paralela o negar la existente y así, con todos estos ingredientes, manipular al electorado.
El escenario de crisis económica, desempleo, pobreza, desigualdad, anormalidad y desequilibrio que está dejando el Covid19 es una realidad sobre la cual -si no se actúa a tiempo y el país se estanca- puede abrevar el descontento social, la movilización política, los paros y la violencia. También el populismo.
El populismo propone soluciones fáciles a problemas complejos y he ahí su trampa. También, al igual que las fake news, elaboran mensajes fáciles de entender porque tratándose de noticias falsas, más importante que su contenido lo clave es que el mensaje sea fácil y sencillo de entender, como el robo de las elecciones de Trump o el de beber detergente para combatir el Covid19.
El populismo habla en nombre del pueblo, se arroga la voz del pueblo y a botafuego, crea comunidades tribales y por tribales excluyentes (“ellos” y “nosotros”) y se conecta con el sentimiento ciudadano que hoy por hoy, con la pandemia del por medio, refleja atribulación, naufragio, desprotección e incertidumbre. O sea, caldo de cultivo para el populismo.
Es clave la necesidad (y ello no será fácil) de elevar la calidad del debate público, el cual no debe ser tribal porq sería entonces un diálogo de sordos con un “ellos” y un “nosotros” sin importan quienes son ellos y quiénes nosotros. El desafío no es menor porque hay candidatos con “bodegas” y seguidores convertidos en hordas que no tienen, ninguno de ellos, pensamiento crítico y tragan entero.
La guerra de la información y el debate político se dará en las redes, en los medios y también en la interpretación de los hechos sobre lo cual hay que repetir lo que dijo Kelly Nyks: “Todo el mundo tiene derecho a una opinión, pero no a unos hechos”. No se puede andar por ahí, como Trump, inventando hechos alternativos e irreales porque la realidad real termina aplastándolos.
La guerra de hoy día no se llama fría, ni financiera, ni Informática con su hacker, ahora es de la información y se instala en la mente, en el pensamiento de la gente. Las fake news, los hechos alternativos, las teorias de conspiración, el tribalismo y el populismo impulsan este tipo de guerra la cual ya no está afuera, sino adentro; vive en nuestras creencias, valores, emociones y razones.
Para salir sanos y no más divididos se necesita, para comenzar, que los algoritmos de Twitter y Facebook no promuevan el sesgo de confirmación, sino más bien provoquen la interlocución con la diversidad, con el que piensa diferente para así propiciar inclusión, pluralismo y evitar realidades sesgadas. Se requiere el Centro político como espacio de confluencia.